Puntuación: 3 de 5.

En el mundo de los superhéroes la identidad secreta es un pilar fundamental. Salvo contadas excepciones, esos gloriosos luchadores por la justicia defienden a toda costa su yo real y sólo unos pocos saben en verdad quienes son. Razones hay muchas, empezando porque de esta manera todo es más dramático. Pero la más famosa es que lo hacen para proteger a sus seres queridos de los temibles villanos que les toca enfrentar. En Spider-Man: No Way Home (2021) el buen Peter Parker se enfrenta al gran dilema de ver su identidad revelada al mundo entero. Tras haber logrado derrotar a Mysterio en la anterior aventura, ahora Spider-Man ve su vida privada colapsar debido a que todos saben que es un simple chico de una secundaria neoyorquina.

El director Jon Watts ha completado una de las trilogías más solidas en el universo de los superhéroes. Ha logrado combinar el espectáculo con historias que aportan profundidad al personaje detrás de la máscara. Nos encanta ver al arácnido salvando el día, rescatando a todos y venciendo a los villanos, pero también nos gusta como la vida de Peter Parker es la verdadera protagonista de todo este asunto. Marvel y su universo cinematográfico se han encargado de prefabricar moldes que llenan una y otra vez para ocupar asientos en los cines o generar ventas en las plataformas digitales. Pero por buena fortuna entre una y otra nos llegan películas que al menos intentan no parecer un producto más de una línea de ensamblado.

Sin Camino a Casa

Peter Parker recurre a la ayuda de Sr. Strange para volver ocultar su identidad al mundo. Las cosas se descarrilan y en el proceso se abre un portal que mezcla el universo del Peter que conocemos con otros universos paralelos dando paso al famoso multiverso. El guión de Chris McKenna y Erik Sommers comienza a carburar cuando esos universos que mencionamos comienzan a aportar fichas que Spider-Man: No Way Home mueve a la perfección. Desde el título podemos percibir la doble interpretación que el discurso presenta. Primero se da el trayecto físico que debe recorrer el héroe para triunfar ante la adversidad y en otro plano se conjuga el viaje emocional que lleva al personaje a enfrentar sus miedos y a tomar decisiones que le definirán como hombre y como superhéroe.

Donde el director Jon Watts se crece es en la forma como maneja la historia. La ligereza necesaria para poner en escena una película que persigue el entretenimiento en su estado más puro se combina con el tacto de contar una historia relevante más allá de las secuencias en cámara lenta y las épicas batallas. Spider-Man: No Way Home tiene los elementos necesarios para complacer a los más férreos fanáticos sin dejar fuera a aquellos que se unen por vez primera o que a lo mejor no conocen cual es el sabor de helado favorito de la tía May. Esas 2 horas y 28 minutos resultan disfrutables sin la necesidad de mirar el reloj para tratar de apresurar el final.

Hablar de la capacidad de Hollywood para enseñar su músculo en la puesta en escena sería redundar y en ese aspecto el filme es impecable. Tom Holland con su carisma se ha convertido en uno de los mejores en vestir el traje del arácnido y aquí comparte escena con los veteranos Alfred Molina y Willem Dafoe para regalarnos secuencias realmente memorables. Como siempre, nuestros héroes son tan buenos como sus villanos le permiten que sean y en esta ocasión el Hombre Araña tiene villanos de sobra y con la calidad para que se pueda engrandecer en su intento de salvar al mundo.