Puntuación: 5 de 5.

Con Los Colonos (2023) el director Felipe Gálvez Haberle debuta por todo lo alto. Concibe una obra que es pura poesía cinematográfica pero que tiene la capacidad de pegar con una fuerza demoledora. El chileno aborda una parte de la historia de su país que se comenta muy poco, la masacre del pueblo selk’nam. Este pueblo indígena, conocido como los Onas, habitó en Tierra del Fuego desde tiempos muy remotos hasta que comenzó su masacre a finales del siglo XIX.

El terrateniente José Menéndez (Alfredo Castro) ordena una expedición comandada por el excapitán del ejército británico Alexander MacLennan (Mark Stanley). MacLennan se hace acompañar de Segundo (Camilo Arancibia) un mestizo y Bill (Benjamin Westfall) un mercenario norteamericano. Los tres hombres se embarcan en un viaje por los confines de la Tierra del Fuego en lo que parece ser una exploración para delimitar los terrenos del Sr. Menéndez. El verdadero propósito de la misión era el exterminio de los Onas que ante los ojos del poderoso hacendado representaban un obstáculo para sus empresas.

Los Colonos de la Patagonia

Gálvez se decide por el tono del western para contar la historia de Los Colonos. Este no es el salvaje oeste que Hollywood nos enseñó, pero el ambiente desolado, desértico y frío por el que atraviesan nuestros protagonistas es también tierra de nadie. Estamos ante un filme que honra los códigos del género, la grandeza de los paisajes y esos hombres cabalgando hacia lo desconocido nos hacen evocar esos momentos inmortales de las vaqueradas clásicas. La cámara de Simone D’Arcangelo encuentra en esos vastos espacios el lienzo perfecto para dibujar atardeceres épicos. Mientras la fotografía nos deslumbra con su belleza, la historia nos destruye con su crudeza.

«Lo que no entiendo es por qué pelean por una tierra donde no hay nada».

Alexander MacLennan

Los Colonos disecciona a sus personajes centrales y de esta forma indagamos profundo en las motivaciones, podemos remover sus múltiples capas y conectar con ellos. Ese Menéndez interpretado por un magnífico Alfredo Castro es un antagonista perfecto. MacLennan, frío y amenazador, Bill, un ser que se mueve solo por la codicia y Segundo, un hombre marcado por dentro y que tiene que cargar con el dolor de exterminar a su propio linaje. Estos tres hombres se convierten en el vehículo para que el director exponga su crítica social y nos obligue a reflexionar, a cuestionarnos y a sacudirnos con cada secuencia.

Pocas películas poseen la fuerza narrativa de Los Colonos, aquí los silencios son igual de elocuentes que los diálogos, el paisaje se convierte en otro personaje y cada secuencia supera a la que la antecede. En el final nos espera Rosa, solo con unos minutos en pantalla, pocas palabras y una mirada nos aniquila.