Puntuación: 5 de 5.

El western es tal vez el género más cinematográfico de todos, nació por y para la gran pantalla. En las entrañas de ese lejano oeste de celuloide se cultivó la técnica y los códigos que dieron vida al séptimo arte. En el se forjaron leyendas frente y detrás de cámaras que prevalecerán por siempre como sinónimos inequívocos de cine. Sin Perdón (1992) es una de esas leyendas, la película dirigida por Clint Eastwood llegó en un momento en el que el género no se encontraba en su mejor momento y le vida nuevamente.

Antes de Sin Perdón tendríamos que ir hasta 1976 y encontrarnos con la película el Último Pistolero del director Don Siegel para toparnos con un western que dignificara el género. Lo que logró Eastwood fue perfección cinematográfica de la mano del guión de David Webb Peoples quien había trabajado en Blade Runner (1982). El poder visual se conjuga con ese guión denso que va de manera lenta pero aguda creando una tensión que atrapa a la audiencia y la obliga a sentir cada latido de esos personajes inolvidables. La cámara de Jack N. Green nos regala una espléndida cinematografía que se presagia desde el plano de apertura de la película.

El filme cuenta la historia de William Munny, un antiguo pistolero y forajido que vive en la decadencia en el viejo oeste. Munny, un viudo alcohólico, se ve obligado a retomar su vida pasada cuando se le presenta la oportunidad de cobrar una recompensa por la captura de dos hombres que cortaron el rostro de una prostituta. Acompañado por su antiguo compañero Ned Logan y un joven aspirante a vaquero llamado The Schofield Kid. Munny se embarca en un viaje hacia la ciudad de Big Whiskey, donde los delincuentes se esconden. A medida que avanzan, Munny enfrenta su propia violencia y crueldad pasadas, y se cuestiona si realmente ha dejado atrás a ese antiguo ser.

Ese William Munny que interpreta Clint Eastwood es el vaquero desmitificado, de hecho, el filme completo es una desmitificación del western estereotípico. Brillante la actuación de Eastwood que se acompaña de Morgan Freeman como su fiel compañero Ned Logan y Jaimz Woolvett en el personaje del joven e ingenuo The Schofield Kid. Del otro lado se para Gene Hackman en el rol del Pequeño Bill, el sheriff desalmado que se convierte en el antagonista perfecto. La ironía acentúa el destino del protagonista, cabalgar hasta el pueblo de “Big Whiskey” parece una condena a muerte para un hombre que fue víctima del alcoholismo. Ese viaje físico se convierte en una metáfora del viaje espiritual que se desarrolla de manera paralela.

Es una gran cosa, matar a un hombre. Quitarle todo lo que tiene y todo lo que tendrá.

Con su Oscar a Mejor Película Sin Perdón se convirtió sólo en el tercer western en ganar el máximo premio de la academia, los otros dos son Cimarrón (1931) y Danza con Lobos (1990). Eastwood también se llevó el premio a Mejor Director, Hackman ganó como Mejor Actor de reparto y Joel Cox se quedó con la estatuilla por su trabajo en la edición. La película se ganó el favor de la prensa especializada y también conquistó a las audiencias. Los temas que plantea en su discurso han hecho que el filme permanezca como uno de los favoritos del público dentro de la filmografía de Eastwood.

Sin Perdón no glorifica al western, derriba paradigmas y propone un enfoque realista dibujando personajes complejos y moralmente ambiguos. Explorando temas como la redención, la violencia y la justicia construye una historia atemporal que se engrandece con el paso del tiempo.