Puntuación: 3 de 5.

Acercarse a Pixar es pensar en Toy Story (1995) y Up (2009) como si fueran la regla y no la excepción. Es llegar a cada nueva producción con la barra en lo más alto, aunque eso signifique medir de manera injusta al bateador de turno. Bajo esas condiciones llega Luca (2021) de Enrico Casarosa, Disney nos lleva hasta la ribera italiana para introducirnos a un trío de niños muy desigual que forman una inesperada amistad.

Como es habitual la espina dorsal del universo de Pixar, que ya desde hace un tiempo es Disney-Pixar, suele cimentarse sobre historias que apelan a las emociones más básicas para conectar con audiencias de distintos rangos de edades. La capacidad para sacar múltiples lecturas se ha convertido en uno de los elementos que les ha rendido mejores dividendos. Otra carta que han jugado muy bien es la creación de sus personajes, más allá del aspecto técnico sus protagonistas tienen profundidad emocional. Luca parte de esa base para enseñarnos el ADN de la casa productora y embarcarnos en una nueva aventura.

Silenzio Bruno

Luca es un monstruo marino que vive con sus padres en las profundidades del mar en la costa italiana. Sus días transcurren en absoluta monotonía, pero su espíritu inquieto lo lleva a descubrir un nuevo mundo en la superficie. La orden de sus padres es clara, nunca debe salir del agua pues los humanos son muy peligrosos. Cuando Luca conoce a Alberto, otro monstruo marino igual que él las cosas cambian y se entra en un mundo totalmente desconocido. Las cosas se complican aún más cuando ambos conocen a Giulia, una humana que los arrastrará a una aventura terrestre.

El guión de Jesse Andrews y Mike Jones se apoya en una historia escrita por un equipo en el cual se incluye al propio director Enrico Casarosa. El tema principal que desarrolla es el de la diversidad cultural y racial presentando desde la perspectiva de niños humanos y niños que son monstruos marinos. Los paralelismos entre el mundo sobre la superficie y el mundo de las profundidades marinas resaltan las coincidencias a pesar de ser entornos opuestos. Los niños sólo conocen de diferencias porque las aprenden de esas figuras que sirven como modelos. Luca sólo quiere saciar su curiosidad y en ese camino aprenderá algunas lecciones de vida y enseñará otras tantas.

De monstruos y humanos

El filme aprovecha muy bien las situaciones que nacen de la ingenuidad de los niños que exploran cosas nuevas y las situaciones cómicas que se derivan de los gags y los diálogos precisos. De igual manera se aprovecha al máximo la relación entre Luca y Alberto y las limitantes que le impiden interactuar en el mundo de los humanos sin el riesgo de que se descubra su verdadera identidad. El ingrediente final es el conflicto físico que viene acentuado por la figura del antagonista que se figura en Ercole, el adolescente pretensioso y abusivo. Con mucha determinación el director plantea un discurso directo y que resuelve muy bien los nudos que plantea aún cuando se aferra a métodos convencionales que invitan a la audiencia a vaticinar los desenlaces.

Luca es una película fluida, con personajes muy bien logrados y que aprovecha muy bien los aspectos técnicos y narra una historia que parte de las situaciones sociales de la actualidad para, desde un tono ligero, tocar temas muy sensibles. Todo lo logra sin perder de vista su objetivo principal de entretener y llegar al público infantil con un lenguaje llano.