Puntuación: 3 de 5.

Desde siempre el cine ha tenido una fascinación con la destrucción del pobre planeta Tierra. Invasiones alienígenas, zombis, catástrofes naturales y virus mortales, todos han tomado más de un turno para aniquilar la vida como la conocemos. El virus fue tan osado que hasta hizo presencia en vivo y nos dio a probar el trago amargo que las páginas de ficción tantas veces se imaginaron. El filme de John Krasinski A Quiet Place Part II (2021) hace lo propio y como ya se imaginarán, por el título, es la segunda vez que el director nos atormenta con el fin de los tiempos.

En 2018 Krasinski sorprendió con una película que desde su premisa parecía convencional y trillada pero que manejó las claves del cine de terror de manera astuta para poner en escena una propuesta efectiva y sumamente entretenida. El director se armó con todos los trucos que el cine ha acumulado con los años y construyó una historia que desde el aspecto técnico y creativo se rige por la formula del género. Fue el guión lo que le dio el elemento diferenciador y permitió que todas esas técnicas cobraran sentido más allá de hacer al espectador saltar del asiento.

Cerrando el círculo

Luego de unos minutos que nos llevan en un flashback y nos muestran como comenzó todo, A Quiet Place Part II retoma la acción justo donde la primera parte terminó. La familia Abbott tiene que aventurarse fuera de su granja, que ya no es un lugar seguro, y tratar de encontrar un nuevo refugio. Evelyn (Emily Blunt) intenta proteger a sus hijos de las temibles criaturas que no pueden ver, pero tienen la capacidad de escuchar hasta el sonido de un alfiler golpeando en el piso. El camino de los Abbott los lleva hasta Emmett (Cillian Murphy), un viejo amigo del pueblo que construyó su propio refugio. Llegado este punto la historia propone el conflicto definitivo que impulsa las acciones.

Contrario a la primera parte esta entrega descansa más sobre la parte visual y el uso de los efectos para guiar la narración. La ausencia de sonido es una estrategia que funciona a la perfección y tiene una perfecta justificación por lo que nos plantea la historia. El recurso de construir un momento y sacudirnos con un ruido estridente es aquí realmente práctico. Otro elemento del lenguaje cinematográfico que Krasinski utiliza es el montaje paralelo, en momentos cruciales el director opta por mostrarnos acciones simultaneas que ocurren en lugares diferentes y la edición corta entre una y otra para incrementar la tensión e imprimir más fuerza dramática a los eventos. A Quiet Place Part II se mantiene muy cerca de los genes de su predecesora aún cuando su historia es menos contundente. Los motivos de los personajes son más frágiles y nos quedamos con una carrera de supervivencia más trivial.

Desde el punto de vista conceptual la película persigue cerrar el círculo y elaborar más allá de aquel final agridulce que en 2018 nos dejó la primera entrega. Sus personajes también buscan de manera individual liberación para sobreponerse a la adversidad física y a los traumas emocionales. Sigo prefiriendo la primera parte, pero la presente es una historia coherente y con una realización muy precisa.