Puntuación: 2 de 5.

Además de la muerte y los impuestos la otra cosa segura es que tendremos filmes de Marvel hasta el fin de los tiempos. Luego de el final de una etapa con Avengers: Endgame (2019), Disney ya tenía preparado todo su entramado para continuar ordeñando la vaca. Lo que nos venían entregando por más de 10 años era sólo la punta del iceberg y ese universo de héroes y villanos comienza a expandirse más que un rumor en un pueblo pequeño. Con su nuevo juguete Disney+, han encontrado un ecosistema viable para abrir camino a nuevos proyectos y una manera rápida y fácil de introducir nuevos personajes. Todo pensado para sentar las bases del relevo generacional.

Black Widow (2021) es una de las fichas en ese nuevo rompecabezas. El personaje de Natasha Romanoff (Scarlett Johansson) es uno de los más queridos entre las legiones de fanáticos de los filmes de Mavel. La Johansson se enfundó el ceñido traje negro por primera vez en Iron Man 2 (2010) y desde ahí la Viuda Negra ha sido uno de los ejes de la franquicia. Esta nueva entrega marca la primera película en solitario para el personaje de la habilidosa espía rusa. La piedra de apoyo es una historia que revisa los orígenes de Natasha y pretende dar un contexto más profundo al personaje. Si se pretende que la Romanoff cargue por sí sola toda la historia es necesario que el público sepa de dónde viene y algunos de sus motivos.

La Viuda Negra

El guión de Eric Pearson (Thor: Ragnarok, Godzilla vs. Kong) es bastante claro en su objetivo y peca de simple en la persecución de la meta final. La secuencia inicial es la clásica introducción a los orígenes de un personaje, combinando la inocencia con una situación traumática para justificar el futuro proceder de la protagonista. Cuando la vida de Natasha se rompe en mil pedazos es cuando comienza el camino de la Black Widow. La directora Cate Shortland, que viene de proyectos más íntimos, se aventura por primera vez en los senderos de los cómics y para los fines poco importa. La figura del director viene a ser como la de los reyes en las monarquías modernas, un tanto más decorativo y para cumplir tramites administrativos. Los que halan los hilos aquí son los productores. Lo de Shortland es gritar acción y corte para poder cobrar su cheque.

Con la Viuda Negra en plena fuga tras los eventos de Captain America: Civil War (2016), su pasado llega para atormentarla. Un misterioso paquete la convierte en el objetivo de un misterioso villano y la obliga a abrir puertas que creía haber cerrado hace mucho tiempo. La historia de Pearson resulta inverosímil aún en el fantástico mundo de las tiras cómicas. El recurso predilecto para mover la historia, como suele ser en este género, son las secuencias de acción. Aquí tenemos de sobra y en ellas se cuida más los efectos pirotécnicos y las acrobacias de los personajes que lo que realmente aportan a la historia. Encima de esto la línea entre lo posible y lo imposible se estira a un punto que bordea lo ridículo.

Seguro que Black Widow es una película de transición y una apuesta para medir hasta donde podría tener vida una saga independiente del personaje de Johansson. Los números iniciales parecen alentadores entre las recaudaciones en los cines y las compras en el servicio digital Disney+. Del otro lado de la moneda a la Viuda Negra le ha tocado debutar en solitario con un filme mediocre y que hace muy poco para entronizar su figura dentro de la nueva fase del universo Marvel.