Puntuación: 4 de 5.

El universo de Darren Aronofsky es uno de los más interesantes. El cineasta neoyorquino siempre ha desafiado a la audiencia con sus propuestas. La Ballena (2022) es su película más reciente y con ella reafirma el planteamiento anterior, luego de causar sensación en los festivales de Venecia y Toronto el filme comenzó su circuito comercial. Todas las miradas se han enfocado su protagonista Brendan Fraser y la critica especializada no ha parado de insinuar que Fraser ha concebido el mejor rol de su carrera. Aronofsky ha pasado a un segundo plano mientras la sombra de su Ballena parece opacarlo.

Charlie (Brendan Fraser) es un profesor que enfrenta un problema de obesidad mórbida. Pasa los días recluido en su casa y escondido detrás de un monitor de computadora desde el cual se conecta con sus estudiantes sin nunca mostrar su rostro. Asumiendo la realidad de su cada vez más precaria situación de salud Charlie decide hacer un último esfuerzo por conectar con su hija adolescente. El guión de Samuel D. Hunter está basado en la obra de teatro homónima escrita por el propio Hunter. Como si estuviéramos frente a las tablas, la versión cinematográfica nos confina a un solo escenario y este recurso funciona como una analogía de la prisión física y emocional que enfrenta el personaje de Charlie.

La Ballena

¿Alguna vez has tenido la sensación de que las personas son incapaces de no preocuparse?

Charlie

Sólo un ensayo sobre Moby Dick parece poder sanar el alma rota de Charlie. Recitarlo y escucharlo lo llena de vida y de paz. Su obesidad es más que un impedimento físico, es una barrera emocional que lo aísla de su entorno. Liz (Hong Chau) es su única conexión con lo que existe fuera de esas cuatro paredes de su apartamento. Su rutina se rompe cuando decide lograr restablecer la relación con su hija Ellie (Sadie Sink), en este punto el guión nos engancha en su primer conflicto y nos arrastra hasta el nudo dramático de la historia.  Aronofsky apoya toda su fuerza en la magistral interpretación de Fraser. Es imposible no conectar con su personaje y apropiarnos de sus emociones.

La Ballena no es un trabajo de un solo hombre. El elenco que respalda a Fraser también se luce, iniciando con Hong Chau en su papel de la enfermera Liz y siguiendo Sadie Sink como la irreverente Ellie. Ambas son un complemento perfecto para que el personaje central encuentre el ritmo. Entre los diálogos encontramos los temas más obvios que se desprenden del drama familiar pero también otros subtextos de estereotipos sociales dañinos, discriminación y dilemas éticos que se confrontan con posiciones de ideologías religiosas.

Dentro de la filmografía de Darren Aronofsky este es apenas el segundo largometraje en el cual el no colabora en el guión. Esto sólo lo había sucedido en El Luchador (2008). Su universo destella por breves momentos cuando nos regala algunos escapes oníricos que evocan sus raíces. La Ballena es una película muy bien ejecutada con interpretaciones fenomenales que por momentos parecen estar por encima de la puesta en escena.