Puntuación: 1 de 5.

Para Gardel veinte años no son nada, es evidente que nunca le tocó ver una de las películas de la saga de “Rápido y Furioso”. Fue en 2001 cuando por primera vez vimos al personaje de Dominic Toretto (Vin Diesel) tomar las calles a toda velocidad mientras Brian O’Conner (Paul Walker) hacía del policía encubierto que trataba de detener a Toretto y su banda. Pues 20 años y 9 películas más tarde los pilotos de carreras clandestinas y delincuentes de medio tiempo se han convertido en súper agentes con la capacidad de enfrentar a los villanos más temibles en las misiones más peligrosas. Eso sí, siempre detrás del volante de los autos más exóticos y rápidos que se puedan imaginar.

Ni el Gregorio Samsa de Kafka fue capaz de lograr una transformación tan radical. De las carreras callejeras hasta la base de operaciones de las más ultrasecretas agencias de seguridad, parece un camino largo pero nuestros héroes tienen carros muy veloces. El agudo olfato de los mercaderes de Hollywood no se podía equivocar y sabían que habían encontrado una nueva vaca para ordeñar. Las historias eran lo de menos y F9: The Fast Saga (2021) es el mejor ejemplo para afirmar esa idea. El objetivo es poner a Vin Diesel detrás del volante y adornarlo con figuras que puedan sumar taquillas, poco importa el guión mientras haya espacio para persecuciones a toda velocidad y un villano con un plan perverso.

Un asunto de familia

En esta nueva aventura el buen Toretto se ve obligado a salir de la clandestinidad y poner su nueva vida en pausa para enfrentar una nueva amenaza. Un mensaje de ayuda llega hasta el equipo de Toretto y una imagen le hace pensar que la mente detrás de esta nueva amenaza es su hermano Jakob (John Cena). De ahí la historia nos lleva a visitar algunos recuerdos del pasado de la familia Toretto al tiempo que los buenos intentan detener a los malos de hacerse con un objeto que les permitirá controlar el mundo. Lo único más ingenuo que los pliegues del guión es la puesta en escena de las secuencias de acción. Con cada entrega de esta saga el esfuerzo por mostrar algo coherente es cada vez menor. El ejercicio de dejar el cerebro a un lado y “disfrutar” del entretenimiento que proponen estos filmes es cada vez más difícil.

F9: The Fast Saga
F9: The Fast Saga

La primera entrega parece ahora un clásico del cine ante los mamotretos que han realizado en los últimos años. Los personajes se perfilan cada vez más vacíos y su presencia en la escena es más la de una pasarela que la de una composición para desarrollar una secuencia cinematográfica con cierta lógica. La edición avanza de manera torpe y en el camino se sacrifican elipsis. La narración la marcan los diálogos absurdos y melodramas baratos que adornan explosiones y balaceras sin fin.

Con sus más de $600 millones de dólares recaudados a nivel mundial, y contando, F9: The Fast Saga nos asegura que van a seguir ordeñando la vaca sin piedad hasta que sólo queden los huesos.