Puntuación: 3.5 de 5.

No era el niño modelo del lugar. Al niño modelo lo conocía de sobra, y lo detestaba con toda su alma.

Las Aventuras de Tom Sawyer

El director Rodrigo Plá no se imagina a Tom Sawyer viviendo en esta época. Seguro que Twain no hubiera podido plasmar sus aventuras porque con un apresurado diagnóstico de hiperactividad u otro síndrome lo hubieran atiborrado de pastillas para calmarle. Que bueno aquel Tom pudo vivir en otra época y que pena que al nuevo Tom le tocó vivir en esta. El otro Tom (2021) comenzó a hacer ruido con su nominación en el Festival de Venecia y de ahí pasó al Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF). Fue en esta parada donde pude coincidir con el filme. Su circuito de festivales no ha parado y en el camino ha ido recogiendo diversos premios

La dupla de Rodrigo Plá y Laura Santullo escribe y dirige una película discreta y sin pretensiones pero que se lanza con todo sobre un tema escabroso. El discurso pone la mira sobre los profesionales médicos, los diagnósticos en niños y el uso descuidado de medicamentos. Con una historia simple pero contundente esta pareja de cineastas concibe una historia de ficción que roza la realidad con una precisión tal que sentimos por momentos que estamos viendo un documental. La denuncia es la herramienta que da forma al lenguaje y que ayuda a moldear las decisiones creativas para la puesta en escena.

Tom y Elena

Elena (Julia Chavez) vive sola con su hijo Tom (Israel Rodríguez). La cotidianidad de sus vidas está gobernada por el caos, Elena trabaja hasta más no poder para encontrar el sustento mientas Tom asiste a la escuela para luego matar el tiempo viendo televisión. La rutina se ha convertido en una especie de mal necesario, Elena y Tom se dejan llevar sin más remedio. Un evento en la escuela de Tom saca a la familia de la repetición infinita y termina con el niño siendo medicado para un trastorno de la conducta. Es en este punto donde el guión de El otro Tom despega y los personajes comienza a evolucionar. Elena tendrá que tomar una decisión que pone el futuro de la familia en riesgo.

Uno de los puntos más fuerte del filme de Plá y Santullo es la profundidad que tienen sus personajes. Es fácil relacionarse con Elena y con Tom porque sus sentimientos trascienden la pantalla. Sus diálogos son cortos y precisos pero sus gestos son anchos e intensos. La cámara de Odei Zabaleta (Las razones del mundo, Un monstruo de mil cabezas) se posa en una distancia segura y desde ahí vemos transcurrir la vida de nuestros protagonistas. Nos acerca los suficiente como para enseñarnos su lado más íntimo, pero deja un espacio que nos hace recordad que estamos fuera de sus vidas y que somo simples espectadores.

El otro Tom pone la mirada en el sistema y el proceso de diagnóstico, haciendo hincapié en las consecuencias y efectos secundarios a nivel físico y psicológico que enfrentan los niños y sus familias cuando no los profesionales de la medicina actúan sin criterio.