Puntuación: 2 de 5.

Las credenciales de Beckett (2021) auguraban cosas buenas. La edición No. 74 del prestigioso festival de cine de Locarno la seleccionó como película de apertura, su elenco hace alarde de John David Washington y la ganadora del Oscar Alicia Vikander y además su director ha estado como mano derecha de Luca Guadagnino (Call Me By Your Name, Suspiria). Los números parecían sin dudas estar a favor del segundo filme de Ferdinando Cito Filomarino, pero la ilusión se desvanece a medida que ruedan las primeras imágenes. La intriga y la acción son convocadas a la cita para ofrecer un trhiller al mejor estilo gringo, pero con un sazón helénico.

La propuesta de Cito Filomarino descansa por completo en el espectáculo cinematográfico y en la idea de la complicada y misteriosa aventura que enfrenta su protagonista. Se puede decir que el cineasta italiano parte desde principios muy básicos y que han sido explotados en un sinnúmero de ocasiones para narrar historias. Su punto de arranque y la forma de presentar su propuesta no son el problema, el obstáculo nace desde el guión, en el cual el propio director colabora.

El pobre Beckett

Beckett (John David Washington) se encuentra en Grecia pasado unas vacaciones junto a su novia April (Alicia Vikander), el aire entre ambos se nota pesado pero algunos breves momentos de intimidad apuntan a que las cosas marchan bien y que nuestros tórtolos sólo pasan un pequeño bache emocional. En el trasfondo el país se encuentra en medio de una crisis política y las calles se llenan con manifestantes. Beckett y April han logrado escapar de los tumultos dirigiendo sus vacaciones a lugares más remotos. Sus andanzas los llevan a emprender un viaje nocturno y la fatiga le cobra un alto precio. Un accidente detona una serie de eventos que ponen a Beckett en el ojo del huracán.

Beckett
John David Washington

Sin una explicación verosímil Beckett se convierte en el perfecto chivo expiatorio y un complot político lo marca como el individuo perfecto para enmascarar una conspiración. En lugar extraño y sin saber por qué su cabeza tiene un precio, Beckett tiene que huir de las autoridades y de una misteriosa mujer que intenta matarlo. El filme plantea el clásico juego del gato y el ratón, una frenética carrera entre fuerzas opuestas donde cada una tiene un propósito bien definido. La ejecución se entrega con secuencias filmadas al más puro estilo del cine pre era efectos digitales, lo que da un toque de autenticidad a las secuencias de acción.

El calvario de nuestro protagonista parece estar impulsado por su infortunio y el guión nos hace creer que todo es parte de una conspiración mayor. Al menos, es ahí donde se cobija su director para justificar su puesta en escena, pero la fragilidad de los argumentos hace que la propuesta corra hasta un callejón sin salida. Beckett se queda en un limbo y no se desarrolla ni como película de acción ni como trhiller político.