Puntuación: 3 de 5.

Un héroe de acción moderno ha fabricado la franquicia de John Wick. Un trono por el que pocos han desfilado en los más de 100 años de la industria hollywoodense. En la era de los superhéroes, las series de televisión y las redes sociales, el parco personaje de traje negro, mirada perdida y destreza sobre humana en el manejo de las armas, ha logrado imponerse y desafiar a cualquier forma de entretenimiento que le salga al paso. Este John Wick no es un personaje engendrado desde los códigos de la generación del Instagram y el TikTok, es un protagonista concebido casi de manera anacrónica. Bien pudo ser un John Wayne, un Stallone, un Arnold, un Van Damme, o un Bruce Willis. Su hazaña sólo se compara a lo que hace Tom Cruise en estos tiempos, donde un traje y una capa pesan más que cualquier otra cosa.

En John Wick 4 tenemos una nueva aventura donde el famoso antihéroe tendrá que acabar con medio mundo para lograr su objetivo. Poco importa lo que cuentan sus historias, esto quedó bien claro desde su primera entrega. Ese Wick nació en el momento que decidió vengar la muerte de su perro, de ahí la furia ha sido el combustible que le mueve. El propósito es una simple excusa para hacer que cada secuencia sea más impresionante que la anterior y que los peligros sean cada vez más improbables de superar. La adrenalina sustituye a los diálogos y el ritmo frenético de las peleas, balaceras y persecuciones se convierten en el contrapeso de las situaciones huecas.

Frente a las cámaras el universo de John Wick gira en torno a Keanu Reeves, el veterano actor ha elevado su figura para consagrase en el olimpo de los héroes de acción con personajes como: Johnny Utah en Point Break (1991), Jack Traven en Speed (1994) y su Neo de la saga The Matrix. Detrás de cámaras esta nueva saga del cine de acción ha cimentado sus bases en Chad Stahelski. Originalmente un doble de riesgo, Stahelski ha desarrollado su carrera en esa área y fue así como conoció a su hoy protagonista Keanu Reeves, cuando fue su doble en la película The Matrix (1999). Las cuatro películas de John Wick son su único trabajo como director y en ellas podemos ver claramente la influencia de sus raíces en el cine.

Wick, John Wick

Si bien el personaje de Wick parece sacado del cine de los 80 y los 90 la puesta en escena y el lenguaje que usan sus creadores vive acorde a los códigos de las nuevas generaciones. La cámara no descansa y la audiencia tiene muy poco tiempo para pensar o respirar entre una secuencia y otra. Un aire de videojuego se apodera de algunos momentos y Wick parece un personaje manejado a control remoto.

En John Wick 4 nuestro protagonista descubre una oportunidad para lograr desvincularse de una vez y por todas de esas manos que lo controlan de manera omnipresente. El Marqués Vincent de Gramont (Bill Skarsgård) se interpone en el camino de Wick y se erige como el antagonista mayor en esta nueva aventura. Uno de los puntos fuerte de esta entrega es la forma como desarrolla el personaje del villano para poder dar más valor a lo que persigue el protagonista. Durante casi tres horas los cuerpos caen más rápido que lo que podemos contar, esa duración se convierte en el punto más débil de John Wick 4. Una historia más compacta hubiera hecho un mejor servicio.

Lo que vale la taquilla de John Wick 4 es su tercer acto, que incorpora las dos secuencias más impresionantes del filme en las calles de París. La primera en un edificio abandonado donde Wick tendrá que despachar a una decena de contrincantes y el director de fotografía Dan Laustsen (The Shape of Water, Nightmare Alley) nos regala un fabuloso plano cenital en el que vemos toda la acción desde arriba mientras nuestro héroe pasa de una habitación a otra acabando con sus adversarios. El director Chad Stahelski comentó sobre esta secuencia y su inspiración en un juego de video llamado The Hong Kong Massacre para lograr el efecto visual que deseaba. La otra secuencia es la de las escaleras de Montmartre que conducen a la basílica de Sagrado Corazón. Técnicamente esa secuencia es perfecta y la coreografía de las peleas es superba. Cada detalle está cuadrado de forma milimétrica y es el momento cuando el héroe se eleva de manera física y simbólica por encima de todos los obstáculos.

John Wick 4 comprende perfectamente su función como cine de evasión. Camina siempre por el sendero del cine de género sin salirse de las líneas y logra hasta parodiarse a sí misma y al cine de acción. En la ligereza encuentra su fortaleza y no pretende ser más de lo que es. Su exagerada duración se convierte en su único punto débil. El monosilábico John Wick parece no perder fuerzas y esta cuarta entrega se proyecta como la más rentable de la franquicia.

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