Puntuación: 2 de 5.

De la de Bogart aquí no hay nada. Bueno está el nombre, eso sí que es idéntico. En 1956 se estrenó otra Más Dura Será la Caída que la dirigió Mark Robson (Peyton Place, Von Ryan’s Express). En aquella Humphrey Bogart hace de un ex cronista deportivo que termina enredado en una estafa en torno a un boxeador. Pero la verdad no sé para qué les hago este preámbulo si, más que el nombre, nada viene al caso con el presente filme. La de ahora nos lleva al viejo oeste americano estilizado al ritmo de reggae y nos presenta una historia de venganza arquetípica del western.

El director Jeymes Samuel desfigura los códigos del género apostando a un discurso social que enfatiza la representación afroamericana y les establece como las figuras de referencia. La idea de romper con el estereotipo se supone como una especie de grito de independencia, un intento de fijar una posición. El vaquero de color es tan o más capaz que los John Wayne y la mujer no es sólo una atracción de cabaré. Es en esas líneas que el director arma el trasfondo social de su historia más allá de la evidente crónica de venganza.

No habrá paz para los malvados

La primera secuencia nos mete de lleno en la historia y su nudo central. La familia que es asaltada y masacrada ante la mirada atónita del vástago más pequeño. Imposible no suponer algún tipo de homenaje a la legendaria Érase Una Vez En El Oeste (1968). Luego el guión que coescriben Boaz Yakin (The Punisher, Now You See Me) y el propio director se apresura a presentarnos a los personajes de manera muy vistosa. Desde ese Nat Love (Jonathan Majors) hasta su némesis Rufus Buck (Idris Elba) todos hacen su entrada triunfal al ritmo cámara lenta, primeros plano y secuencias de acción perfectamente coreografiadas.

La pandilla de Nat Love sólo vive y respira para acabar con la cuadrilla de Rufus Buck. A ese Nat lo impulsa la venganza y un sentido de justicia medido desde su necesidad de desquitarse por la muerte de sus padres. Al compás de su revólver el guión se abre paso y cae una secuencia de acción tras otra. Es en ese espectáculo visual donde Más Fuerte Será La Caída cosecha los mejores frutos, el terreno se hace menos fértil cuando comenzamos a desmenuzar esos personajes. De igual forma el filme no se resiste a usar los clichés como vía de escape y método de resolución de conflictos, lo que termina por restar fuerza al relato.

Para el director Jeymes Samuel esta es segunda visita al western luego de su debut en They Die by Dawn (2013), un género que en verdad le apasiona y que ha querido acercar a la comunidad afroamericana. El estilo visual y la música funcionan muy bien con el tono narrativo que Samuel decide utilizar. Todo sea por esa puesta en escena majestuosa y las balaceras a manos de prodigiosos pistoleros. Ese es el mundo de Más Fuerte Será La Caída y si nos salimos de esos márgenes es poco lo que vamos a encontrar.