Puntuación: 5 de 5.

Cada película es un universo. Si tenemos suerte, esos relatos que se cuentan en fotogramas que se suceden con coherencia narrativa, nos llevan a descubrir un mundo único en el que nos adentramos sin remedio gracias al poder del guión. Everything Everywhere All at Once (2022) es un perfecto ejemplo de esto. Cual Dorothy atrapada en el tornado, nos damos cuenta de que ya no estamos en Kansas cuando el libreto de Dan Kwan y Daniel Scheinert nos desfigura la realidad y nos introduce la premisa de los universos paralelos por los que tiene que viajar su protagonista Evelyn Wang (Michelle Yeoh).

Si bien Marvel y Disney han puesto de moda el concepto de el multiverso, aquí este elemento tiene una justificación que va más allá del mero entretenimiento. Conceptualmente esos universos paralelos son canales que los directores usan para separar las capas emocionales de sus personajes centrales.

La de Evelyn parece ser la vida de montones de inmigrantes. Dejando su natal China se establece en Estados Unidos en busca del famoso (o infame) sueño americano. Con la edad doblando su espalda, un negocio estancado y un montón de facturas trata de hacer balance para jugar el rol de madre, esposa e hija. La rutina y el caos se mezclan y Evelyn ya no sabe si se mueve por deseo o por impulso. Su esposo Waymond (Ke Huy Quan) y su hija Joy (Stephanie Hsu) completan la ecuación y los puntos donde la historia gira.

Todo en todas partes al mismo tiempo

Imposible no morder la carnada. La cinematografía de Larkin Seiple (Swis Army Man) encuentra terreno fértil en el diseño de producción de Jason Kisvarday (Palm Springs, Sorry to Bother You) y junto al trabajo de edición de Paul Rogers (The Death of Dick Long) lo que presenta a nivel visual es hipnotizante. Everything Everywhere All at Once se mueve a un ritmo avasallante y deja poco espacio para que recuperemos el aliento. La puesta en escena es sólo un pretexto para que Kwan y Scheinert, desde la silla de dirección, puedan desarrollar el subtexto de una historia que es más que viajes en el multiverso e impresionantes secuencias de acción. Las analogías que podemos leer a lo largo del frenético camino de Evelyn aluden en primer lugar a la relación madre-hija y en contextos más profundos dilemas existenciales y la correspondencia entre padre-hija. En ese caos organizado, que se estructura con una insólita aventura, también la relación marital jugará un papel preponderante. No es sólo la forma lo que hace de este filme una experiencia única, en el fondo hay un guión que trasciende, que propone y que se arriesga. La comedia es la punta de lanza, cuando impacta abre el camino a nuevas posibilidades para que pasemos de un género a otro con la misma facilidad con que Evelyn y Waymond saltan de un universo a otro.

«Si nada importa, entonces todo el dolor y culpa que sientes por no haber hecho nada con tu vida desaparece.»

Con un arsenal de guiños que refieren a otras películas como Matrix (1999), Kill Bill (2003) y el más hilarante de todos, Ratatouille (2007) el absurdo, pero convincente universo de Everything Everywhere All at Once nos fascina con la anarquía de su discurso que nos se pierde en la grandilocuencia, sino que se alimenta con ella para concebir una película inolvidable.