Hay películas únicas, Bacurau es una de ellas. Imposible de encontrar un punto de comparación o un lugar donde encasillarla. La obra de los directores brasileros Kleber Mendoça  Filho y Juliano Dornelles es una maravilla creativa que desafía los arquetipos del cine de género. Robando elogios hasta más no poder en las playas de Cannes el filme se llevó el premio del Jurado. Ahora le toca su estreno en el Toronto International Film Festival donde pudimos disfrutarla para quedar maravillados.

Es cada vez más difícil de hablar de originalidad en el cine. Las historias que el séptimo arte nos ha contado desde su nacimiento parecen reciclarse. Sí hay creatividad y maneras originales de abordar los temas y replantear la forma en cómo se usa el lenguaje cinematográfico para su puesta en escena. Es así como esta dupla de cineastas ha logrado con Bacurau remover las entrañas del cine para entregar al público algo realmente novedoso.

BACURAU SI VAS, VE EN PAZ

Teresa (Barbara Colen) regresa a su pueblo natal para el funeral de su abuela. La remota comunidad al noreste de Brasil es una especie de pueblo fantasma, un lugar olvidado que parece resignarse a morir. Pronto conocemos a algunos personajes claves en la pequeña comunidad, Domingas (Sonia Braga) doctora del pueblo, Plinio (Wilson Rabelo) el profesor y el padre de Teresa y también a Pacote (Thomas Aquino) que vendría a ser una especie de forajido. Pasado el funeral, cosas extrañas comienzan a suceder en Bacurau, la cotidianidad de los locales se ve interrumpida y una amenaza externa atenta contra su existencia.

El surrealismo de este pequeño pueblo y sus personajes que bien podrían ser una mezcla de muchas cosas pero que nos los imaginamos como si salieran de la mente de Dalí y los hiciera realidad un Fellini. Sirve como el lienzo perfecto para una historia que recurriendo a lo bizarro plasma la más desconcertante realidad. Esas calles llenas de polvo y esas viviendas destartaladas son también las calles del Brasil más moderno y sus rascacielos. Ese micro-universo de Bacurau es el reflejo de la situación política actual en la tierra de la Verde-Amarela. Podemos tomar sus personajes y armar el esqueleto político-social moderno y por igual las situaciones que plantea la historia la podemos extrapolar a la instable situación actual de Brasil.

Bacurau

Escena de Bacurau (Google Images)

UN NUEVO OESTE EN EL NORESTE

La cinematografía de Pedro Sotero (Aquarius) nos evoca a los paisajes del viejo oeste, a esos atardeceres melancólicos que sólo el western sabe ofrecernos. Pero en particular nos arrastra hasta Juan Moreira de Leonardo Favio, ahora el western se muda de la Patagonia y se ubica en el Noreste Brasileño. La estética es otra, desaliñados como en el espagueti western, vienen héroes y villanos. Dibujados de forma hiperrealista y ubicados en un contexto que se nos da como un futuro cercano.

Bacurau es asediado como lo fue la villa de los mexicanos que defendieron Los Siete Magníficos o como la aldea japonesa que resguardaron Los Siete Samuráis. Aquí no se recurre a poderes externos para defenderse de Michael (Udo Kier) y sus malvados invasores, es el propio pueblo que gesta su plan para frenar el asalto.

Es en todo el derroche visceral y en las secuencias que provocan un macabro humor que Kleber Mendoça  Filho y Juliano Dornelles esconden su dura crítica a su natal Brasil. Ya sea en la conversación en el cuartel de “los malos” en la que se deja ver un marcado tema de racismo y de colonialismo moderno en las secuencias del político corrupto que quiere engatusar a los electores con dádivas marchitas. Y sin olvidar el impetuoso final y la secuencia del burro que lleva la ominosa carga.

No podía ser más preciso que se contara esta distopía llena de furia en los tiempos de Bolsonaro. Bacurau trascenderá en el tiempo, sus imágenes son ya estampas inmortales y Lunga, Pacote y Domingas personajes dueños de un espacio en la memoria de los cinéfilos.

10/10