Lo de Tarantino con el viejo oeste no es cosa nueva. Si quieren saber a que me estoy refiriendo pueden visitar mí artículo «Al Oeste de Tarantio».  El asunto es que el extravagante director siempre ha tenido un fetiche con aroma a western y eso lo materializó con su primera vaquerada oficial en 2012 cuando nos presentó «Django Unchained». En esa primera aventura la pólvora se le mojó y le hizo falta un winchester para acertar en el blanco, digamos que el viejo Tarantino quedó a deber con sus fans. Pero peor aún, sentimos que se quedó con una espina clavada. Tal vez The Hateful Eight confirme nuestra teoría de la deuda pendiente, el director regresa al género de sus amores y lo hace de la mejor manera.
Este es el testamento (y a lo mejor un puro ejercicio egocéntrico) que demuestra que Quentin Tarantino sí logró un western con la calidad para estar a la altura de su obra cinematográfica.Pero no ensillen su caballo todavía. El director nos lleva un un viaje muy poco convencional y alejado de las líneas tradicionales de las películas del género. Los elementos están ahí y la puesta en escena nos apunta en la dirección del clásico viejo oeste. Incluso los personajes se definen con los estereotipos habituales, pero Quentin va un paso más allá, los duelos, los caballos y las largas cabalgatas al atardecer son reemplazadas por ocho desconocidos, una cabaña en el medio de la nada, mucha nieve y claro…un montón de balas. ¿No dije sangre?, pues mucha sangre.
Los diálogos son la médula espinal de las historias de Tarantino y si los caballos necesitan jinetes, las películas deThe_Hateful_Eight Tarantino necesitan los diálogos sueltos, agudos, ingeniosos, punzantes e hilarantes en una forma muy extraña. Es tan simple como utilizar una anécdota de una carta escrita por el mismísimo Abraham Lincoln a un don nadie, bueno un famoso caza-recompensas, y utilizar este elemento para mover la historia hasta encontrar algo más eficaz que nos mantenga por más de 3 horas pegados al asiento y sin querer parar ni para ir a cobrar un ticket de la lotería. Es así como The Hateful Eight nos encierra en la ya mencionada cabaña y nos va dosificando toda una variedad de personajes. Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh) es la carnada, es la chispa que enciende la hoguera. Formidable la interpretación de Leigh y genial concepción del personaje por Tarantino. Un sospechoso habitual en el universo de Quentin, el Sr. Samuel L. Jackson se enfunda en las botas del Mayor Marquis Warren y es este personaje que envuelve en sus diálogos la crítica social que lanza el director a todo y lo largo y ancho de este filme. La lista es larga pero Walton Goggins como el Sheriff Mannix es otro personaje que es imposible olvidar.
El trabajo lo complementan dos leyendas, Robert Richardson (JFK, Shutter Island, Inglorious Basterds) tiene a su cargo la dirección de fotografía y su trabajo es impecable. Los exteriores nos recuerdan la majestuosidad de los clásicos del oeste y las secuencias en interior se nutren con muchos primeros planos que logran crear los momentos de tensión que necesita el filme para elevar su historia hasta el clímax. La dupla la completa el inmortal Ennio Morricone quien no necesita carta de presentación más que sus notas y acordes. La composición de Morricone eleva a The Hateful Eight y hace que sus secuencias cobren un significado mayor.
Esta vez Tarantino saca su Colt 45 y dispara justo en el blanco.
8/10
Ficha Técnica:

  • Dirección: Quentin Tarantino.
  • Guión: Quentin Tarantino.
  • Reparto: Jennifer Jason Leigh, Samuel L. Jackson, Kurt Russell, Walton Goggins.
  • Género: Western.
  • Duración: 3 horas 7 min.
  • País: USA.

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HPS