POR: HUGO PAGÁN SOTO

El screwball en el argot del beisbol es un lanzamiento con un efecto de rompimiento que saca a los bateadores de paso debido a su particular movimiento y su tendencia a alejarse o acercarse a la anatomía del bateador. En pocas palabras el screwball le pone la cosa difícil al sujeto que está en la caja de bateo. Podemos decir que precisamente eso hace el documental SCREWBALL de Billy Corben, saca a todo el mundo de paso con su mirada al caso que sacudió al mundo de las Grandes Ligas en 2013: Biogénesis y Tony Bosch. Corben analiza uno de los momentos más oscuros en la historia de los deportes profesionales, para lo que no están familiarizados con el asunto, la investigación entorno a la clínica Biogénesis se convirtió en un asunto de estado en Norteamérica y el comisionado de béisbol lo convirtió en su cruzada personal. El nefasto antes y después de la “era de los esteroides”.

Material sobre el alboroto de los esteroides en las grandes ligas abunda, desde los reportes especializados de los medios deportivos hasta los reportajes de las grandes cadenas de noticias. La constante en todos ellos es como son mancillados los grandes ídolos del pasatiempo de América, nombres como Alex Rodríguez, Manny Ramírez, Roger Clemens, Barry Bonds, Mark McGuire, Sammy Sosa y una larga lista de jugadores que en su momento fueron la mercancía preciada y ahora son parias. Screwball no viene a llover sobre mojado, Corben aprovecha al deshonrado Tony Bosch, quien es la figura clave en esta hecatombe, y lo convierte en nuestro narrador. El director logra aportar dinamismo y frescura mostrando un lado diferente de la historia, junto a Bosch presenta a otra pieza clave en la figura de Porter Fischer. Fischer terminó siendo la cerilla que prendió la llama.

Como recurso técnico destacable podemos marcar la elección de Corben de recrear los sucesos con niños haciendo las veces de adultos. El tono de tragicomedia que le impregnan estas recreaciones caricaturizadas a la historia es de lo mejor que tiene Screwball. Una muy precisa edición David Cypkin, un veterano de los documentales deportivos hace que los segmentos de las recreaciones combinados con las entrevistas funcionen a la perfección y le da un ritmo ágil al filme. Resulta interesante como en su investigación el director va mostrando esquemas de trampas que van desde los que suministraban las drogas, pasando por los compradores y hasta llegar a la propia cabeza en la jerarquía de las grandes ligas. En su afán desmedido por fijar un ejemplo la oficina del comisionado y sus investigadores ejecutaron una pesquisa tan atropellada que sin lugar a duda violentó todos los procesos legales.

Pero si miramos un poco más adentro lo que realmente nos deja ver Screwball es que Biogénesis, pudo y existió gracias a la misma sociedad norteamericana. Esa que no se mira al espejo y que hoy lleva a la hoguera a todos los que sean necesarios para darse a sí misma una palmadita en la espalda al tiempo que con sus acciones sigue creando mil Alex Rodríguez. Screwball si se toma literal sería algo como un lanzamiento de tornillo, pero si lo aplicamos más a los modismos del idioma sería un lanzamiento que te jode y es en esta última donde yace el verdadero sentido de esta película.

8/10