Puntuación: 3 de 5.

Llego a El Asesino de David Fincher con ansias. Me empuja un anhelo de encontrar al Fincher de Se7en (1995) o tal vez al de Zodiac (2007). Mi búsqueda no procura comparaciones pero sí poder toparme nuevamente con el estilo visual y la singular puesta en escena que han hecho del director norteamericano una referencia en la industria del cine. Me inclino por mencionar en específico esos dos filmes de su filmografía porque El Asesino invita a ese mundo que late al ritmo de asesinos y personajes emocionalmente complejos. Al final me voy de este encuentro reconociendo el trabajo de un director experimentado, que conoce el oficio y lo demuestra pero que no imprime su sello con el ímpetu con el que antes lo hacía.

Michael Fassbender interpreta a un experimentado asesino a sueldo que ve su mundo venirse abajo cuando en su último trabajo las cosas no salen de acuerdo al plan. Fassbender no tiene nada que probar en cuanto a su capacidad de interpretar cualquier personaje y aquí una vez más nos enseña su gran talento. Ese asesino con sus dilemas existenciales que pregona profesionalidad ante todo nos atrapa y nos obliga a sentir con el todas las emociones de su frenética carrera. Fincher vuelve a su vecindario, nos arrastra hasta la decadencia y la soledad de un asesino que se ve obligado a hacer una introspección mientras trata de salvar su pellejo. 

El Asesino y sus dilemas

El guión de Andrew Kevin Walker (Se7en, Sleepy Hollow) se basa en una novela gráfica de Alexis Nolent e ilustrada por Luc Jacamon. La historia se segmenta en capítulos que van moviendo la acción por distintas partes del mundo. La narrativa episódica impregna al filme con un toque de monotonía. Si bien podemos entender que Fincher quiere que la audiencia sienta el mismo desgaste que abruma al protagonista, añoramos esos momento que con fuerza quiebran el ritmo pausado y sobrio. El Asesino funciona mejor a nivel conceptual que en la ejecución. Fassbender domina con facilidad su personaje y técnicamente la película no presenta fallas, pero en el universo de Fincher se siente como una pieza a la que le cuesta encajar. 

Junto con la voz en off el otro recurso que El Asesino usa a la perfección es la banda sonora. Tanto la música diegética como la incidental se acoplan de manera perfecta en cada secuencia. El mejor ejemplo es esa fabulosa secuencia inicial que se extiende y se esxtiende pero termina de manera magistral. En la apertura es el momento donde Fincher más se luce, el director despliega todo su arsenal creativo y Fassbender se crece para lograr una secuencia impecable. En cada capítulo el filme nos deja un encuentro de nuestro asesino interactuando con sus contrarios en conversaciones tensas que nos conducen de manera inevitable a un final contundente. 

Fincher asoma pero, El Asesino no muestra su mejor forma. La película se balancea entre encontrar su ritmo y perderlo. Fassbender es todo, pero el universo que le toca habitar se siente desbalanceado y el propósito por momentos se diluye. Episodios de luz salvan el filme, momentos que sin dudas apuntan a un maestro dominando la puesta en escena. Para un maestro del cine este es un episodio menor.