Puntuación: 5 de 5.

Igual que esa familia sentada plácidamente teniendo su desayuno con los Alpes franceses de fondo cuando de pronto una avalancha sacude su mundo y lo cambia para siempre, así me estremeció Ruben Östlund con su Fuerza Mayor (2014). Desde ese momento ha sido una tarea obligada seguirle los pasos al sueco. El Triángulo de la Tristeza es su sexto largometraje y con la agudeza que le caracteriza nos entrega una comedia irreverente que aprovecha cada minuto para componer una crítica social.

Con este filme Östlund se llevó su segunda Palma de Oro en el Festival de Cannes y su cuarto premio en total en este certamen. Ya en 2017 se había llevado otra Palma de Oro por su película The Square. El común denominador en la obra del director de la tierra de Bergman es el ser humano y su relación con la sociedad. Sus filmes miran con precisión el mundo actual y critican con contundencia el proceder de la sociedad en los distintos ámbitos de la vida.

El Triángulo de la tristeza de Carl

Carl (Harris Dickinson) es un joven modelo que se abre paso en el mundo de las pasarelas. Lo vemos en esa primera secuencia compitiendo por un lugar frente a otros aspirantes. Su novia Yaya (Charlbi Dean) ya es una reina en el mundo del modelaje. Las cámaras no se le pueden resistir mientras se pasea con bravura y con aire seductor. Bastan tres secuencias para que Östlund nos ponga en contexto y mostrándonos unas pocas horas en la vida de Carl y Yaya podemos entender hacia donde va el discurso de El Triángulo de la Tristeza.

Lo superficial domina mientras se glorifican las banalidades. Nunca como ahora habíamos tenido tantos discursos vacíos, eslóganes que suenan bien y nos hacen sentir que hacemos la diferencia pero que mueren en caminos intrascendentes. Carl grita a todo pulmón su deseo de equidad, pero él mismo no sabe lo que esto implica. Yaya solo entiende de transacciones en un plano material, el quid pro quo es su bandera.

El Yate

La sátira alcanza su punto más alto en el segundo acto del filme. Carl y Yaya coinciden en un mega lujoso yate con un grupo de multimillonarios. Las interacciones de nuestros protagonistas con los demás huéspedes son el vehículo que utiliza el director para ir poniendo sobre el tapete todos los temas que quiere tratar. Desde el codicioso oligarca hasta la apacible pareja de ancianos que se regodean en su fortuna a base de armas para la guerra. En ese excéntrico universo de opulentas figuras Carl y Yaya se perciben como los más inofensivos y hasta ingenuos.

El yate es la alegoría perfecta a la división de clases en la sociedad moderna. Los trabajadores que hacen que todo funcione seducidos por la recompensa de un paga, los que con el dinero obtienen el poder y la incompetencia de los que están llamados a capitanear el barco. El personaje de Woody Harrelson como el Capitán es brillante y se consagra en la secuencia de la cena.

En medio de un temporal y un mar enfurecido los invitados se dan cita a una elegante cena con el capitán del barco como anfitrión. En este punto el director sacude, tanto figurativa como literalmente, la vida de estos multimillonarios y reduce su mundo a nada.

La Isla

En su tercer acto El Triángulo de la Tristeza nos presenta una inversión de roles, el director nos hace reflexionar sobre la miopía social que nos impide ver lo que tenemos justo frente a los ojos. La isla que recibe a los sobrevivientes, que han sido despojados de todo, se convierte en una metáfora de nuestro mundo. Llegado este punto la película ha arrasado con todos y con todo, y junto con los personajes tenemos que confrontar los instintos más básicos del ser humano. El humor negro alcanza su punto más alto y el director mete el dedo hasta lo más profundo de la herida.

La cinematografía de Fredrik Wenzel (Fuerza Mayor, The Square), que desde el inicio nos ha dado planos maravillosos, llega a su punto más alto en los minutos finales y sobre todo en la secuencia final que nos deja desconcertados. El Triángulo de la Tristeza es una fabulosa película que utiliza la comedia negra para abrir la discusión sobre temas que son relevantes para todo el que se considere un ser humano.