Puntuación: 3 de 5.

Muy cerca están los días en que todas las salas de cine sean autónomas. El proyeccionista pasará a formar parte de los libros de historia. Tal como ahora son objetos de museo los proyectores de celuloide, así será la figura que ahora José María Cabral retrata en su más reciente filme. Una especie de oda a una época no tan lejana es lo que destila “El Proyeccionista”.

Como si se tratara de trozos de Alfredo, Cabral nos dibuja a un Eliseo (Félix Germán) que en alguna parte de su ser guarda relación con su equivalente de la obra de Tornatore. Desde la silla del director Cabral nos evoca a ese Salvatore que desde muy niño se enamoró del cine. El Proyeccionista es una película en la cual la forma se impone por encima de todo.

El Proyeccionista Obsesionado

Eliseo es un proyeccionista que se ha quedado atrapado en el pasado y se resiste con todas sus ansias al inminente cambio que trae la tecnología. La vida de Eliseo es un gran vacío que apenas se llena con fotogramas de una dama desconocida que lo obsesiona. Una jugada del destino mueve a nuestro protagonista a emprender un viaje en busca de esa mujer.

Como el vaquero solitario que emprende una última aventura, así se va Eliseo. En el camino llegará Rubí (Cindy Galán) para complicar las cosas.  Movidos por razones muy diferentes ambos emprenden el viaje juntos pero con objetivos muy dispares.

Imagen de Eliseo

Eliseo

Sueños de Celuloide

Está muy claro que El Proyeccionista sirve como una purga para Cabral. Hay mucha intimidad en la estructura y en la forma de sus personajes. Se siente que es una obra muy personal y aun cuando esto le funciona muy bien en la parte técnica le resta en la narrativa.

Hoy en día no hay diferencia entre un cine y un colmado.

El cine es el hábitat natural para una cinta como esta. Lamento haber tenido que conformarme con la pantalla de una televisión. Es casi una ironía tener que ver a ese Eliseo desde el aparato que él mismo percibe como su enemigo. La fotografía de Hernan Herrera (Carpinteros, Despertar) es una delicia. Cabral y Herrera han formado una dupla que se entiende muy bien y eso se nota en la pantalla.

El Camino Que Lleva A…

Cuando solo tenemos unos minutos enganchados con Eliseo y sus motivos las cosas parecen ir por un camino. Nos montamos en el camión y nos preparamos para un road movie. El camino se hace cada vez más confuso y lo que mueve a Eliseo y a Rubí es tan impreciso como los fragmentos de celuloide a los que se aferra nuestro proyeccionista.

La tensión se construye para movernos hasta dar con los puntos de giro que catalizan el relato. Puede que esas inflexiones funcionaran en papel, mas no así en la pantalla. El desenlace se le antoja al director de manera poco fluida. Cimentada más en el efectismo de la edición que en la fuerza emocional de sus personajes.

Tanto Félix Germán en los zapatos de Eliseo como Cindy Galán como esa Rubí se muestran muy bien. Desarrollan sus personajes de manera fluida aun cuando la inconsistencia de la historia no les favorece.

Pigmalión

Jose María Cabral concibe con su puesta en escena el tono que requería una película como El Proyeccionista. Pero las irregularidades en su guion no comulgan con el tono narrativo que ofrecen las imágenes. Tal como el rey de la mitología Griega el director parece haberse enamorado en exceso de su propia obra.

Sobra mucha estética y forma pero nos falta un poco de sustancia para soportar las acciones de los personajes. Por más que los soñemos Galatea no se convierte en humana.