Cuando inicié este blog escribí un artículo el cual nombre «Cine Efecto», en el mismo trataba en cierto modo de explicar (si es que tal cosa es posible) mi pasión por el séptimo arte. Al igual que yo, todos tendrán su «cine efecto» y hasta podríamos robarnos una frase de la magnífica La Regla del Juego (1939) de Jean Renoir, «Cada quien tiene sus razones». Pues, aunque lo que implicaba Renoir iba mucho más profundo, podemos perfectamente hacer el símil de como cada cual asimila el cine.
Ver películas puede ser un mero entretenimiento, puede ser un trabajo y en algunos casos hasta una obsesión. Pero sin importar la razón o el motivo hay algo que siempre permanece invariable, el filme. Por más vueltas que le demos una película no cambia, más la percepción de la audiencia puede variar de un momento a otro. Muchas son las veces que hemos vuelto por vocación o por pura casualidad a encontrarnos con un filme que hacía tiempo que no veíamos solo para darnos cuenta de que «ya no nos gusta tanto». Entonces volvemos a lo mismo el filme sigue íntegro pero el espectador… bueno digamos que ya el tiempo le ha cobrado algunas cuentas.

La Delgada Línea Cine

Ahora vamos a esa delgada línea que nos evoca el título. Una línea que es de las más imaginarias que puedan existir, un trazo que divide (aunque no se quiera) de manera tajante el margen entre lo bueno y lo malo. Por mas vuelta que le demos, al final hay elementos muy definidos que terminan por decidir la suerte de una película. Más allá del capricho personal, hay factores que de manera definitiva deben prevalecer para hacer de un filme una obra digna.
Partiendo desde lo más básico como, un buen guión, actuaciones, fotografía, edición, sonido y llegando hasta los más profundo, como el nivel de impacto social, el peso cultural de la película y hasta la vigencia que esta conserva con el paso de los años. Todos son elementos que se deben considerar a la hora de emitir un juicio con respecto a un filme, como también ponderar como se trabajan estos elementos que ya hemos mencionado. Es de suma importancia el «cóctel» que un director puede prepara cuando utiliza esos «ingredientes» de una manera apropiada.

Cinema Paradiso

Cinema Paradiso (1988) (Google Images)

Y me refiero a «La Delgada Línea Cine», porque si tomamos como parámetro lo antes mencionado, no todo lo que se presenta en una pantalla gigante termina por ser cine. Más bien esa línea se torna borrosa si dividimos entre lo que es una verdadera obra, una película en su más puro sentido, y un manojo de imágenes que se apilan y toman cierta forma. Pero claro, hace ya un buen tiempo que el cine es más que cine. Ahora tenemos toda una pila de cosas que apuntan más a un buen mercadeo y a llenar asientos para el puro entretenimiento y resulta que esto es cine.
La tarea más difícil a la hora de analizar un filme es darle a la emoción su lugar justo, como dice muy colega Rubén Peralta «el cine es una experiencia emocional», pero si esta emoción nubla la razón entonces el análisis pierde peso. Que una película nos entretenga no tiene nada de malo, por el contrario esto es parte de su cometido, lo malo sería que sólo valoremos que tanto nos entretuvo un filme a la hora de analizar su valor como cine.
El cine seguirá su agitado curso como todo en la vida y al final el espectador es que paga su boleta y decide que toma y que deja. Mientras nosotros preferimos seguir imaginándonos esa delgada línea que se antoja posarse sobre el cine.

HPS