Por Luis G. Jansen 
Algo tenemos claro, no es un secreto que no existe un interés colectivo en nuestro país de entregarnos cine de calidad. Nosotros como sociedad somos en parte responsables de esto. La razón por la que nos dan películas pobres en calidad artística es porque no demandamos más. El consumo de cine nacional está satisfecho. El pueblo acude masivamente al cine y sale encantado con burdas e insípidas comedias. Sin embargo, el segmento del mercado que nos quejamos, es la minoría.
La razón por la que no existe a nivel general, la intención de regalarnos filmes de peso significativo es porque nuestra sociedad no tiene una tendencia de apreciación del arte. La demanda de nuestro cine se inclina por lo tosco, por lo absurdo. De nuestro cine y de todo nuestro arte. Y eso entregan los productores, para que se venda.
Es una consecuencia de la banal y atroz visión pecuniaria de la vida que nos rodea. Observamos a nuestra juventud, mientras comentó más la muerte del protagonista de Rápido y Furioso, que la muerte de Mandela. Una juventud inmersa en una sociedad vacía, sin el mínimo intento de comprensión de la vida, que juzga el éxito basándose en quien está buscándose “la funda, la paca y la moña”. El cine que se nos entrega es nuestro reflejo como sociedad.
Y mientras sigan manejándose nuestras producciones de cine como se La Sillaadministra un Wallmart, nos mantendremos en la desesperanza fílmica que vivimos. Nuestras películas no están siendo destinadas a nosotros, el publico que entendemos el buen cine; nuestras películas son dirigidas a que se les llenen sus salas. Hacer una buena película va segundo a hacer una película que produzca dinero.
Como consecuencia tenemos un gran número de películas dominicanas, que si yo las hubiese dirigido, hubiese solicitado que acrediten la dirección a Alan Smithee.
Tenemos como resultado al amasijo de espectáculos, convencionalismos, fórmulas, sensacionalismos, clichés, malos chistes y personalidades de televisión que están ocupando nuestra pantalla grande. Nunca he entendido porque la gente sale de su casa y paga una boleta, para ir escuchar los mismos chistes (algunos buenos) que pasan gratis por la televisión. Parasocial y circo…
Roger Ebert calificó a los expertos en mercadeo como la más negativa influencia que ha tenido la calidad en el cine.
Es un problema que acosa al Inmundo Mundo Mundial completico. Desde los 70’s Woody Allen viene tratando el asunto de la decadencia cultural en Nueva York, y así mismo son las cosas en el Nueva York chiquito…
El cine en todo el mundo está repleto de personalidades de la televisión (Que NO son actores, son solo personas que salen en películas, igual que los extras) que hacen llenar las salas de cine. No debe ser distinto aquí, viviendo en una sociedad que cada vez se parece menos a sí misma y más al “Melting pot”.
Aunque me contradicen amigos y críticos, es de mi parecer que nuestra industria es relativamente joven, muy joven. Que atraviesa actualmente una crucial etapa transitoria. La Industria cinematográfica dominicana se prepara para estrenar en el próximo año, más películas que las que jamás ha estrenado. Es de la presente generación de realizadores y consumidores, la responsabilidad de encausar el provenir de nuestro séptimo arte por mejores cauces.
Es reconfortante saber que existen voces disidentes, insurgentes, revolucionarias que nos han entregado serias propuestas cinematográficas, artísticamente valiosas, alejándose de la establecida grosera formula. También es gratificante conocer los trabajos de talentos pujantes, que han hecho cortometrajes que prometen carreras que ansiamos su desarrollo.
Y tomando en cuenta la importancia que representa para una industria que lucha por desarrollarse, que las producciones produzcan ganancias, de manera que incentiven futuras inversiones, quizás sea mejor apostar por un filme que tenga la capacidad de presentársele al mundo. Es decir, una película de sustancia de alcance mundial, pondría mucho dinero en muchos bolsillos…
Ahora bien, entendemos que no todos tienen como prioridad hacer arte. Hay quienes viven con el signo de peso en los ojos, y hay que respetarle su opinión, aunque su opinión sea una basura (Eterna discusión filosófica que nos enfrenta a un grupo de primos). Que presumen ser pseudo-nihilistas siendo en realidad fervientes seguidores del botín. Para aquellos que tienen la mente color verde dólar, también hay una luz al final del túnel, también pueden producir algo más que una peliculita vulgar. ¿Me explico?
Constituye un gravísimo error considerar que un filme serio, de corte artístico, experimental, no puede generar dividendos positivos en la boletería. De hecho, los grandes estudios de Hollywood han creado divisiones destinadas a producir y distribuir filmes de este tipo (Warner Independent Pictures, Sony Pictures Classics, Paramount Vantage, Fox Searchlight).
Existe un latente nicho de Mercado mundial compuesto por nosotros, lassanky personas que demandamos cine de calidad. En dicho espacio nace el llamado cine de exportación, o cine de visión global. Los estudios han determinado que este espacio puede producir ventas por encima de los cien millones de dólares, y destinan a estas producciones presupuestos que oscilan usualmente entre los 20 y 40 millones de dólares. Si bien cien millones es una cifra lejana a los ansiados 300 millones, considerando la inversión estos filmes son incluso más rentables porcentualmente que las grandes producciones.
Algunos ejemplos motivacionales son los siguientes. La canadiense Once (2006) costo 160,000 dólares y produjo ganancias por encima de los 20 millones; Lost in Translation (2003) de Sofia Coppola se realizó con un presupuesto de 4 millones y produjo 120 millones en ganancias; la inglesa Full Monty (1997) costó 3.5 millones de dólares, y ganó más de 250 millones; Good Will Hunting (1997) escrita por el dúo dinámico, salió en 10 millones y produjo más de 200 millones; más radical aún, El Mariachi (1992) de Robert Rodriguez le salió en 7mil dólares (Un Honda Civic de los viejos) y se ganó 2 millones de dólares (¿No caen mal eh?); Danny Boyle hizo Slumdog Millionare (2008) con 15 millones y rompió la barrera de los 300 millones; Michael Moore con 6 millones de dólares invertidos, ganó más de 200 millones con Farenheit 911 (2008); y con La Pasión de Cristo (2004), Mel Gibson hizo más de 600 millones  en taquillas sin DVD’s invirtiendo solo 30 millones (¡¡¡SANTISIMA TRINIDAD!!!!).
Y no empecemos con el listado de películas exitosas económicamente que se han hecho con menos de 2 millones de dólares (donde entra la media presupuestaria de nuestra industria).
No hay que ser científico de la NASA para ver que con hacer una buena película de bajo presupuesto es más fácil producir ganancia que con una mala. Parece ser una mejor opción apostar a una buena película, que tendrá un consumo seguro por parte nuestra y a través del mundo, a producir otra peliculita más e intentar venderla…

HPS