Todd Field tiene un talento especial para captar el alma humana. Tár (2022) llega dieciséis años después de su anterior obra Little Children (2006) y veintiún años después de su debut como director de largometrajes en In the Bedroom (2001). El factor común en su obra es la agudeza que tiene para desplegar en imágenes los sentimientos más profundos del ser humano. Su compás cinematográfico se afinca en la vorágine de emociones que nacen en cada uno de sus personajes. Su obra palpita al ritmo de sus personajes centrales y por lo general en ese rol tenemos a mujeres que son presionadas por elementos externos. Así fue con los personajes de Sissy Spacek y Kate Winslet en sus cintas previas y lo reafirma ahora con Cate Blanchett.
El director y guionista afirmó que concibió el personaje de Lydia Tár para Blanchett y que hasta no tenerla a ella no haría la película. La fuerza de este personaje es descomunal y lo que exige frente a la cámara es tan demandante como lo que conllevó fuera del escenario. Antes de que las cámaras comenzaran a rodar la Blanchett tuvo que volver a tomar lesiones de piano, aprender alemán y aprender a conducir una orquesta. Si bien no es la primera actriz que se lanza tan profundo para adueñarse de un personaje, el resultado que obtiene la australiana es una de las mejores interpretaciones en la historia del cine. Tár es Blanchett y Blanchett es Tár.
Tár por Tár
Basta esa primera secuencia y ver a esa Lydia Tár en control total del mundo que la rodea y moviendo piezas a su antojo, para saber que estamos a su merced hasta que rueden los créditos finales. El mundo la aplaude como una de las más grandes compositoras y conductoras de orquesta de todos los tiempos. Está en el punto más alto de su carrera y cerca de lanzar su biografía, al tiempo que prepara su próximo proyecto. Desde su olimpo se siente en control total hasta que un evento inesperado amenaza con acabar con su carrera y su vida privada de un zarpazo. El filme cambia a un adagio como en el segundo movimiento de una sinfonía y de manera pausada va construyendo el momento para el clímax y nos hunde con un desenlace aplastante.
La cámara de Florian Hoffmeister se mueve de manera impecable. En ocasiones nos hace ser voyeristas por obligación y en otras nos hace parte de la acción, como en el magnífico plano secuencia en el salón de clases de Julliard. Los interiores dominan, pero cuando el lente de Hoffmesiter encuentra planos en exteriores también logra encuadres perfectos. La veterana Hildur Guðnadóttir (Joker, Chernobyl) se encarga de la música y cuando no estamos ante Bach, Mahler, Wagner o Verdi, son sus notas las que acompañan los pasos de esa Lydia Tár que Cate Blanchett interpreta con la fuerza de un tren de carga a toda velocidad.
Tár es un profundo estudio de personaje que se levanta sobre un drama enérgico que se alimenta de los problemas de la sociedad moderna para engendrar una historia de ficción que sin dificultad podemos trasplantar a la realidad.