Con la llegada de Point Break en 1991 se abrieron nuevos caminos en el género de acción en la escena hollywoodense. Durante la década del los 80 el universo de los héroes de acción orbitaba alrededor de un pequeño grupo de figuras encabezadas por Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger. La película de Kathryn Bigelow introdujo un personaje con nuevos códigos que, si bien toma elementos de la clásica figura de acción, le agrega toques frescos y un leguaje que ayudaría con la transición hacía el nuevo cine de acción de los 90. Point Break saldría a competir en la cartelera del verano con películas como Terminator 2 y Double Impact y enfrentaría a un joven Keanu Reeves contra Schwarzenegger y Van Damme.
La historia de Point Break se desarrolla alrededor del personaje de Johnny Utah interpretado por Keanu Reeves, un joven agente del FBI que junto al veterano Angelo Pappas, interpretado por Gary Busey, tienen la misión de detener a una banda de ladrones de bancos. Los astutos delincuentes usan disfraces de expresidentes norteamericanos para cometer sus fechorías y por años han evadido a la justicia. El jefe de la banda es un arriesgado aventurero conocido como Bodhi interpretado por Patrick Swayze.
El universo de Point Break
Point Break tiene un esquema clásico de las películas del género de acción. En la secuencia inicial un montaje paralelo los introduce al personaje del protagonista y del antagonista cada uno en sus respectivos mundos y resaltando sus destrezas. Como es costumbre en estos filmes la introducción de los personajes secundarios nos llega de manera estereotipada, el odioso superior del agente novato que se irrita por todo, el veterano compañero que se convierte en amigo y guía, el personaje femenino que sabemos será el interés sentimental del protagonista y el villano carismático con tintes de antihéroe.
El pilar principal que sostiene a Point Break y que le ha permitido mantener la vigencia con el paso del tiempo es la química entre Keanu Reeves y Patrick Swayze. Tanto Johnny Utah como Bodhi nacieron para ser inmortales de la gran pantalla. Las interpretaciones de ambos son impecables y sus momentos en pantalla son realmente electrizantes. Otro factor que no podemos pasar por alto es la formidable dirección de Bigelow quien domina cada secuencia con una gran precisión y manejando el nivel de detalle para crear fotogramas perfectos. El ritmo trepidante se logra gracias al gran manejo de cámara de Donal Peterman (Flashdance, Get Shorty).
La secuencia que consagra a Bigelow y que eleva a Point Break al olimpo de las películas de acción llega en el tercer acto del filme. Johnny Utah y Angelo Pappas presumen donde será el próximo golpe de los ladrones y su anticipación los pone en el lugar preciso en el momento preciso. Aquí se genera una persecución en autos que termina con uno de los maleantes usando una manguera de combustible como antorcha para regalar al cine uno de los fotogramas más memorables en la historia del cine. Acto seguido nuestro entrañable protagonista persigue de manera frenética al líder de la banda que trata de huir corriendo por las calles de Los Angeles. La cámara de Peterman se convierte en el mejor aliado de la directora que concibe una escena compleja llena de detalles brillantes y que culmina con otro momento icónico del cine.
Point Break no se niega a su naturaleza y aún cuando su historia toca algunos subtextos interesantes a nivel social y del comportamiento humano, lo que la engrandece es su enfoque en la acción y en brindar a la audiencia un momento de escape y desconexión. S5l.u impacto la ha convertido en parte de la cultura popular.