Por Pablo Mustonen
La historia se desarrolla en el mismo vecindario que la del primer mandamiento. En realidad toda la obra se desarrolla en este mismo vecindario que está atravesando un fuerte invierno. En esta ocasión, un anciano doctor y una joven esposa son los protagonistas. La joven cuyo apartamento está varios pisos por encima del apartamento del doctor (digo esto por una brillante toma sin cortes que va desde el apartamento de la joven hasta el del doctor), se le aproxima un día con el propósito de conocer sobre la situación de sus esposo que está convaleciente en el hospital que dirige el anciano. La respuesta que espera del doctor es vital para resolver una situación muy fuerte que está enfrentando.
No importa que le contemos un poco más de la historia, ya que para poder hablar de la misma, necesitan saber qué es lo que realmente está pasando. Pero si no desean saber, pueden saltar los dos próximos párrafos.
La mujer necesita saber con exactitud si su marido va a morir, ya que está embarazada de su director musical (ella es violinista), y tener el hijo o no dependerá del destino de su esposo. El doctor se convierte en una especie de confidente de ella y recordamos la escena donde le pregunta: ¿Es que será posible amar a dos personas a la vez? Durante la película notamos su amor hacia ambos: De su esposo a través de todas las fotos que tiene en su apartamento del mismo escalando montañas (su pasatiempo predilecto) y del amante cuando está oyendo las composiciones de éste en su tocadiscos en su apartamento.
El nerviosismo y desesperación de la joven sobre el futuro hacen que indirectamente sea el doctor el encargado de jugar el papel de Dios. Su decisión podrá causar la muerte de un ser humano. ¿Es justo que esta responsabilidad recaiga en una persona?
Llena de enigmas, esta segunda parte de “El Decálogo” arropa con lo que consideramos su mayor virtud: el guión. Kieslowski y Piesiewicz logran el guión perfecto, acompañándolo con imágenes que nos detallan a la perfección las características de cada personaje.
Al igual que en la primera parte, aparece nuevamente un personaje extraño y que no habla. En la primera tiene una presencia mayor (en la fogata frente a la pista de hielo) y en ésta en la habitación donde está interno el esposo. Curiosamente es el mismo actor que del primer decálogo, Artur Barcis. Hay muchas interpretaciones sobre este curioso personaje, sin embargo, nos quedamos con la versión que dice que este personaje representa un ángel, que divinamente no puede hacer nada por la persona que está en problemas, pero cuya presencia física está en los momentos de posible tragedia para cuidarlos.
En conclusión, de esta segunda parte lo que más destacamos es su guión y la puesta en escena de Kieslowski, quien logra en menos de una hora contar una historia perfecta. Envidiable para cualquier director.
Calificación: 9/10.
Ficha Técnica:
- Dirección: Krzysztof Kieslowski
- Guión: Krzysztof Kieslowski y Krzysztof Piesiewicz
- País: Polonia
- Año: 1989
- Duración: 57 minutos
- Género: Drama
- Intérpretes: Krystyna Janda, Aleksander Bardini, Artur Barcis.
—–
Escrito por Pablo Mustonen para la Revista CINEASTA.