Que Ben Leonberg haya decidido convertir a su perro Indy en el protagonista de su propuesta de terror Good Boy (2025) no es algo excepcional. La lista de perros protagonistas es larga y abarca casi todos los géneros cinematográficos. En el cine de terror en particular podemos mencionar el clásico Cujo (1983) basada en la novela de Stephen King. Pero si queremos pensar en como Leonberg usa la perspectiva del perro como recurso absoluto para su narración, tal vez debemos recordar Al azar, Baltasar (1966) del gran Robert Bresson. La idea de Good Boy se encausa por otros rumbos, pero al final se apoya por completo en artificio de usar el punto de vista del can de principio a fin.
Con la secuencia inicial Good Boy prepara el escenario para meternos de lleno en un filme de terror. El guion de Alex Cannon y el propio director Leonberg, nos presenta una historia de estructura simple y directa. Todd (Shane Jensen) está atravesando una situación de salud muy delicada y decide irse con su perro Indy a una antigua casa en una zona remota. Una vez Todd e Indy llegan a su destino el perro comienza a percibir una presencia extraña y malévola. A medida que el filme avanza esas manifestaciones paranormales se intensifican y el filme nos prepara la clásica lucha del bien contra el mal desde la perspectiva de un perro que intenta proteger a su dueño.
Un Gran Perro
Que sea Indy quien narra la historia de Good Boy representa para Ben Leonberg tanto su mayor acierto como desafío. Contar la trama desde la perspectiva del perro funciona especialmente bien cuando comprendemos que el terror es solo la superficie de una historia mucho más emocional y profunda. El director se adentra en el mundo de un animal que, movido por la lealtad, intenta proteger a su dueño frente a un mal que escapa a su comprensión. Sin embargo, el mismo recurso que otorga originalidad —mantener la cámara a la altura de Indy y ocultar los rostros humanos hasta el último acto para reforzar su punto de vista— también genera cierta monotonía en algunos pasajes, cuando la repetición atenúa el impacto inicial de la propuesta visual.
En el campo del terror Good Boy logra momentos muy buenos a nivel de puesta en escena y ejecución. Las secuencias con Indy atormentado por esos seres que salen de las sombras y las visiones espeluznantes resultan muy efectivas. Como película de género podemos decir que incluso encuentra la forma de aportar un visión fresca y original. Genera la tensión y el suspenso con las fórmulas conocidas, pero reemplazando al protagonista humano por el canino. El filme se empeña en conmover con el retrato de la lealtad de un perro que enfrenta fuerzas sobrenaturales para salvar a su amo. Entre sustos Leonberg propone un relato que combina el horror con lo sensible para enaltecer a su protagonista Indy. Una pieza íntima que mira la vida y la muerte desde los ojos de un perro.
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