Para un amigo…

Los detalles se tornan borrosos, más por los nervios que se adueñaban de mí en aquel instante. Estabas en tu lugar habitual y como siempre “A la hora señalada” pero estabas tan solo como Will Kane. Ya Arturo se te había adelantado y ahora te tocaba esperar a ese Frank Miller a ti solo. Fue por referencia de unos amigos en común (Martha y García) que este forastero llegó a tú pueblo, para mí era pisar terreno sagrado. Poder estar en cabina compartiendo con quien por años fue un guía, un mentor, la referencia obligada… era un sueño hecho realidad.

Lo que vino con los años fue mejor, mucho mejor. El proyecto CINEASTA nos permitió primero a Pablo, Rubén y este servidor poder compartir en el plano laborar con un verdadero maestro de la crítica cinematográfica, nos permitió hacer escuela siguiendo los pasos del mejor. Así vino también CINEMAFORUM con Marc y Oliver y a su vez CINEPENDIENTE con Maracallo, Edwin, José. Y aun cuando en repetidas ocasiones decías que nosotros te habíamos devuelto la vida, fuiste tú quien nos diste vida a nosotros.

Cuando me enteré que te habías marchado lo primero que me vino a la mente fue una película que me regalaste en uno de los tantos programas que hicimos juntos, “Arsénico y Encaje Antiguo” de Frank Capra. Y como siempre pasa me atizó la sensación de un deber no cumplido, de algo que debí haber hecho antes de tu salida… sí ahí estaba, junto con un montón de títulos pendientes y no pude más que abrir esa carátula, encender el reproductor y presionar PLAY. Como un homenaje tonto a falta de una mejor reacción ante una noticia tan devastadora. Mientras la veía podía entender porque la disfrutaste, te figuraba en la piel de ese Cary Grant al borde de la locura por causa de sus atolondradas tías y me hacía la idea de que una de ellas te recordaba a tú tía Carlota, que nunca faltaba en tus conversaciones.

Tus cuentos me acercaron más a ti. Ya fuera Cardona, el dichoso Desconocido sentado en el parque, Alicia, algún Enigma o tus últimas Historias Desconsoladas, todos dejan ver algo de Armando en esos personajes variopintos.

Te voy a extrañar, voy a extrañar no toparme contigo en alguna sala de cine cualquiera, voy a extrañar tus ácidos comentarios cuando alguna película te hiciera “cambiar tus nalgas de posición más de una vez” en franca señal de que las cosas no iban por buen camino, igual voy a extrañar tus escritos de antología cuando la magia del cine te desbordaba y te inspiraba a escribir sin reparos sacando lo mejor de ti. Pero aquí seguiré repasando en mi mente los instantes, escuchándote hablar de Patricia o de tus recorridos matutinos con Toby.

Seguro que ya donde estés has ordenado un par… ¡Agitado no revuelto!


HPS