En febrero de 1990 Pamela Anderson fue la Playmate del mes de la revista Palyboy y desde ese entonces su mundo cambió. Anderson se convirtió en un símbolo sexual y su figura dominó por completo la década de los noventa y la primera década de los 2000. No sería osado decir que la modelo vivía sin pagar renta en la mente de gran parte de la población masculina. Ahora en The Last Showgirl (2024) interpreta a una bailarina de Las Vegas en el ocaso de su carrera. Este papel en cierto modo es una analogía de la carrera de Anderson.
La directora Gia Coppola (Palo Alto, Mainstream) pone en pantalla el guion de Kate Gersten. El material original es una obra de teatro de la propia Gersten que nunca llegó a producirse. En el centro de esa historia tenemos a Shelly (Pamela Anderson) una bailarina que por décadas ha formado parte del espectáculo “Le Razzle Dazzle” en un casino ubicado en el famoso strip de La Vegas. Shelly no conoce otra vida fuera de los majestuosos vestuarios, el maquillaje, los reflectores y el aplauso de la audiencia. Su mundo se viene abajo cuando la administración decide cancelar el show de manera definitiva.
El Ocaso De Una Estrella
The Last Showgirl late al ritmo de esa Shelly de Pamela Anderson. La historia es casi egocéntrica y Shelly es el centro de gravedad. Su tiempo fuera de cámara es mínimo y aún cuando no está en escena se fuerza pesa con omnipresencia sobre los demás personajes. Con esa Shelly enfrentando el crepúsculo impostergable Anderson encuentra un terreno fértil. Enseña el talento que las portadas de revistas y los roles que solo explotaban su figura y la hicieron un ícono sexual, le negaron por tanto tiempo. Su interpretación de esa mujer frágil que tiene que enfrentar un dilema existencial es poderosa y auténtica.
Un tono casi documental domina la puesta en escena de la directora Gia Coppola. Usando película de 16mm la directora de fotografía Autumn Durald Arkapaw (Sinners) le impregna ese aire de cinéma vérité que buscaba Coppola para narrar su historia. En gran parte las secuencias se filman con cámara en mano y muchos planos cerrados. La fotografía de Dural Arkapaw nos hace sentir la grandeza de esa Shelly cuando se proyecta al escenario, pero también nos hace sentir esa debilidad cuando se despoja de su personaje.
The Last Showgirl es un drama que funciona pero que por momentos sucumbe en el melodrama superficial. La historia de Shelly era mucho más poderosa sin las subtramas que adornan su vida. Muy bien Anderson y muy bien lograda a nivel técnico.
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