La madre naturaleza habló y dice que necesita el sacrificio de tres personas para restablecer el orden y evitar el colapso total. Sacrifice (2025) de Romain Gavras apuesta a la sátira para presentar su discurso cargado de crítica social y política. Luego de regalarnos la frenética Athena (2022), Gavras nos entrega ahora un propuesta más pausada y contemplativa. El director francés cambia la furia por la reflexión, pero no pierde su mirada crítica hacia la sociedad actual.
En una gala benéfica se dan cita varias celebridades y personalidades de la alta sociedad. Entre los asistentes se encuentra Mike Tyler (Chris Evans) un actor que intenta revivir su carrera y volver a ganarse el favor del público. La velada se ve abruptamente interrumpida por Joan (Anya Taylor-Joy), la radical líder de un grupo extremista de medioambientales. Este es el punto de partida de Sacrifice que comienza a destilar su sátira incisiva. Condensa en esos primeros minutos, de manera muy ingeniosa, uno de los dilemas más urgentes de nuestro tiempo.
Sacrificar o Morir
Podemos dividir el filme en dos grandes actos. En su primera parte el director plantea su discurso y las preguntas que se derivan del conflicto central. La audiencia se ve obligada a confrontar los dilemas existenciales que nacen de las absurdas acciones de esa Joan. Desde lo irracional empuja a que cuestionemos problemas que no tienen soluciones fáciles. En Sacrifice la inmolación no es sólo un rito alegórico, es un espejo de la incoherencia en el mundo moderno de los actores que toman parte en contiendas medioambientales. En su segundo acto, el filme se ralentiza un poco y pierde el ímpetu con el que arranca. Gavras nos saca de la batalla intelectual y lleva el conflicto al terreno físico donde examina otro costado de la insensatez de los que quieren salvar a la Madre Tierra.
Resulta fascinante ver a Chris Evans parodiarse a sí mismo con ironía, alejándose del aura del superhéroe para encarnar a un actor desgastado, atrapado en plena crisis existencial. Por su parte Anya Taylor-Joy no tiene ningún problema interpretando a la volátil y excéntrica terrorista medioambiental. Su intensidad sostiene gran parte del relato. Sacrifice apoya gran parte de su fuerza en estas interpretaciones que materializan el discurso político del director.
Con Sacrifice Romain Gavras logra una obra provocadora que desde la sátira interpela al espectador y lo pone en un lugar incómodo para reflexionar sobre las dinámicas sociopolíticas en el mundo actual que vive bajo la constante amenaza del colapso total. Desde esa fábula oscura se expone con crudeza la incoherencia de los discursos medioambientalistas y la hipocresía social. Gavras no entrega certezas, pero sí un relato cargado de preguntas urgentes.




