Puntuación: 5 de 5.

Cual Joe Gillis flotando inerte en esa piscina de una lujosa mansión en Sunset Boulevard, la voz de Pepe nos narra su funesto destino desde el más allá. La nueva propuesta del director dominicano Nelson Carlo de Los Santos Arias se llevó el Oso de Plata que se otorga al Mejor Director en el prestigioso festival de cine de Berlín. Si el premio en la Berlinale es un hito es aún más sorprendente el filme que concibe Nelson Carlo. Estamos ante una obra que sorprende, su narrativa nos invita a pensar desde lo auditivo, es un desafío constante. Las meditaciones de ese hipopótamo son el hilo conductor de un viaje que se aventura a explorar temas que atraviesan lo antropológico y nos llevan hasta lo existencial. El origen de la vida, la migración, la colonización, son solo algunas de las tesis que se desprenden de Pepe.

Con sus persistentes planos cenitales el filme nos aleja de la tierra firme y nos lleva hasta un punto donde vemos un montón de universos contenidos en el cauce de un rio. Pero antes de llegar a las aguas del Magdalena nuestro omnipresente protagonista tiene hacer un viaje involuntario que lo arranca de sus raíces y lo planta en un nuevo mundo. En contraste con el éxodo de Pepe tenemos esas vidas que no conocen otro entorno que el de la ribera del Magdalena, sembrados ahí para siempre y sacudidos constantemente por fuerzas externas.

Pepe el pensador

La historia de Pepe tiene su origen con Pablo Escobar. A más de 30 años de la muerte del infame narcotraficante su impacto aún perdura hasta en las formas más inesperadas. Leer sobre un accidente de transito que involucra a un hipopótamo en una autopista en Colombia suena bizarro, pero es tan real como la Hacienda Nápoles y el reino de terror que capitaneó Escobar. Lo que comenzó con cuatro hipopótamos hoy se ha convertido en un problema. Actualmente se estima que la población supera los 130 ejemplares. Han desequilibrado el ecosistema de Colombia y son una amenaza para los habitantes.

El discurso de Nelson Carlo en Pepe es agudo y profundo pero la narración se carga con un humor tenso que bordea el cinismo. La cámara se planta y observa, el espectador se convierte en voyerista y cómplice. Ya sea cuando contemplamos un plano en total penumbra, sabemos que hay un vehículo en movimiento y de repente las luces de la calle nos permiten ver el rostro de un soldado. O cuando vemos en un viejo televisor los dibujos animados de Pepe Pótamo y las imágenes se acentúan con las luces de los carros que golpean y se van. Es espectacular lo que logra Pepe a nivel visual, de igual manera su universo sonoro, que lo comanda la voz en off de nuestro inusual protagonista, es impresionante.

Con sus simbolismos, pensamientos filosóficos y su evocación del carácter circular de la vida y sus ajetreos, Pepe se plantea como un filme que obliga a la discusión en múltiples planos y que resulta imposible de clasificar.