Cual Fausto vendiendo su alma al diablo así cede la Elisabeth Sparkle de La Sustancia. La directora y guionista Coralie Fargeat propone una historia que explora la condena que representa envejecer en la industria del espectáculo. En Cannes Fargeat se llevó el premio a Mejor Guión y desde ese momento comenzó la gran expectativa ante su estreno en salas comerciales.
La primera secuencia de La Sustancia se presenta como una síntesis. Un plano cenital fijo que nos muestra una analogía de nuestra protagonista Elisabeth Sparkle (Demi Moore). Vemos como se instala una estrella en la acera de un boulevard que destaca la carrera de Sparkle y luego vemos el efecto implacable del tiempo, el símbolo prístino se va desgastando hasta quedar olvidado. Los mejores años de Elisabeth ya han pasado, puede presentir el final de su carrera y su reemplazo por un talento más joven y hermoso. En medio de su crisis existencial llega una solución, una promesa en forma de una sustancia única capaz de replicar sus células para crear una mejor versión de ella misma.
El Retrato de Elisabeth Sparkle
La historia de Coralie Fargeat se puede interpretar como una reinvención de El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde. Dorian tenía su retrato como recordatorio de sus transgresiones y del paso infalible del tiempo. En La Sustancia Elisabeth se convierte en el retrato vivo que sirve como testamento de los excesos de su versión “mejorada” Sue (Margaret Qualley). El filme nos lleva por un camino que se adentra en el cine de horror, pero su discurso es potente y serio. Dentro de lo grotesco, trastornador e hilarante encontramos un subtexto que plantea de manera contundente un análisis sobre el culto al cuerpo especialmente dentro de la industria del cine y la televisión.
La Sustancia nos deja secuencias inolvidables e imágenes impactantes que sin dudas van a convertirse en estampas del cine de horror. La cinematografía de Benjamin Kracun se alimenta de los primeros planos asfixiantes que nos oprimen y nos obligan a sufrir con los protagonistas. El lente de Kracun también encuentra terreno fértil en el gran diseño de producción y los efectos visuales para meternos en un universo que nos recuerda al cine de David Cronenberg. Y no es casualidad que pensemos en Cronenberg pues la misma directora mencionó a The Fly (1986) como una de las fuentes de inspiración.
Junto con su afilado guion La Sustancia se apoya en fabulosas actuaciones de Demi Moore y Margaret Qualley que se consuman en un tercer acto excéntrico e imponente que cierra con una secuencia que evoca a Carrie (1976) de Brian De Palma. Coralie Fargeat logra una película provocadora y atrevida que tiene toda la sustancia que su título promete.