Cuando miramos bien de cerca encontramos una historia interesante en cada esquina. El debut como director de Ricky Staub, Concrete Cowboy (2020) puede servir para afirmar este planteamiento. La inspiración llega de un barrio en el norte de la ciudad de Filadelfia en Estados Unidos. Los establos de la calle Fletcher han estado ahí desde hace más de 100 años y la historia detrás de cada personaje que ha pasado por ahí y de los habitantes actuales es una fuente inagotable de anécdotas. Junto con otro debutante, Dan Walser, el director co-escribe el guión que se cimenta en la inestable relación de un padre y su hijo.
En la secuencia inicial la cámara se aproxima lentamente a Cole (Caleb McLaughlin), lo vemos sentado fuera de la oficina del director de su escuela. En la distancia escuchamos a su madre argumentar y recibir un ultimátum. Aquí empieza la odisea de Cole, su madre ve como única solución llevarlo a casa de su padre Harp (Idris Elba) para que pase el verano y corrija su camino. Con el regreso al viejo barrio Cole tendrá que conectar con su padre y no dejarse arrastrar por su amigo de infancia Smush (Jharrel Jerome) que ya se ha descarriado del camino.
Vaqueros de asfalto
En su premisa y planteamiento Concrete Cowboy nos lleva a un lugar interesante, pero su desarrollo es lento y monótono. Por interesante que resulten de entrada cada uno de sus personajes su carisma se va diluyendo con cada minuto que pasa. Desde el punto de vista de la relación padre hijo son escasos los momentos donde Harp y Cole realmente nos llevan a sentir empatía. Nunca los imaginamos más que como los personajes de ficción que son, sus figuras se quedan en un plano muy superficial. Idris Elba se muestra con una fuerte presencia en pantalla, como es habitual en el nativo de Londres, pero su Harp no se puede desprender de los clichés. Por su lado Caleb McLaughlin se desprende de su rol de niño inocente y aventurero que lo llevó a la fama en Stranger Things (2016-2021) y se pone los zapatos del adolescente atormentado.
El personaje de Cole encuentra algunos espacios para lucirse cuando interactúa con el Smush de Jharrel Jerome. El actor de origen dominicano no tiene tanto tiempo en pantalla, pero sus intervenciones son determinantes para mover la historia. Al igual que sus colegas Jerome se ve atrapado en un personaje de una dimensión y que no ofrece profundidad. El director Ricky Staub abarca varios temas en su discurso, en primer plano tenemos el drama familiar y en el trasfondo inserta el problema de las clases marginadas junto con una visión del desplazamiento de los afroamericanos de manera sistemática por las corporaciones de desarrollo urbano. El acercamiento se queda en la orilla y no profundiza en ninguno de los puntos que plantea.
Concrete Cowboy es un filme que visualmente se muestra elegante y que juega con analogías interesantes con esos vaqueros que parecen haberse congelado en el tiempo. Domando caballos salvajes y contando historias alrededor de una fogata buscan imponerse ante una sociedad que los oprime y los excluye. Pero su relato corre en círculos y no va a ninguna parte.