Puntuación: 4 de 5.

Anora es el más reciente ejemplo de como el director Sean Baker crea protagonistas partiendo de los personajes más abandonados y menospreciados de nuestra sociedad. La fuerza de sus personajes nace de ese mundo fracturado, del ambiente hostil y de las adversidades que inevitablemente acompañan a esos individuos que el director dibuja en la pantalla. Ahora es el turno de Ani (Mikey Madison) una trabajadora sexual que cruza su camino con el hijo de un magnate ruso y su mundo cambia de manera inesperada de la noche a la mañana.

Mientras la cámara se pasea por ese club nocturno y nos introduce al mundo de Ani y sus amigas, el director aprovecha para hacer una introducción sutil pero poderosa del personaje central del filme. Bastan unos pocos planos y unas cuantas líneas para que Mikey Madison nos enseñe a esa Ani, joven, pero con la astucia de una guerrera de mil batallas. Minutos después nos toparemos con Ivan (Mark Eydelshteyn), el ingenuo, inmaduro y negligente niño rico. Es en estos dos personajes que se estructura todo el guión de Anora, Baker aprovecha al máximo cada detalle de Ani e Ivan para armar una comedia oscura que utiliza el romance para descubrir las capas más profundas de su Ani.

El primer acto de Anora es tan efervescente como la pasión sexual que siente Ivan por Ani. El montaje ágil y la música acentuando cada plano nos llevan al borde del videoclip. Nuestros protagonistas viven un momento de ensueño y Ani se nos presenta como una Cenicienta moderna. Es precisamente en ese clímax cuando Anora nos pega el primer golpe y nos devuelve a la realidad. El ritmo cambia totalmente en el segundo y tercer acto del filme. El humor prevalece, pero se hace más despiadado, sentimos por Ani y detestamos su realidad. Mikey Madison toma el control absoluto y entrega una actuación fascinante, la cámara recoge toda su fuerza exterior e interior en unos primeros planos majestuosos.

Anora es un viaje frenético y delirante en el cual el director Sean Baker le da una voz fuerte a una figura que por lo general es marginada y relegada en el cine a un rol de relleno. Ani es más que lo que hace para vivir y a medida que el filme avanza podemos ver que detrás de la armadura hay una joven con dudas, con miedo y buscando un refugio seguro. Es imposible no conectar con un personaje tan bien desarrollado y con tanto carisma. El viaje de Ani culmina de manera brillante en una secuencia final donde por fin vemos al personaje bajando la guardia en un momento que es a la vez devastador y reconfortante.