Puntuación: 4 de 5.

Para darles una idea de lo que pueden esperar con Amor, Mentiras y Sangre (2024) traten de imaginar una mezcla entre Lynch, Tarantino y los Coen. Por esa extraña galaxia se aventura la directora y guionista Rose Glass. El filme se abraza a la narrativa de un neo-noir para llevar a la audiencia por un frenético viaje con todos los ingredientes que el título sugiere. Engancha con el planteamiento y nos mantiene cautivos con una muy buena ejecución y actuaciones de mucho peso. Glass se muestra arriesgada y segura en su concepción y en el tono de su narrativa.


Lou (Kristen Stewart) es la gerente de un gimnasio de poca monta en una ciudad de Nuevo Mexico. La rutina de Lou se fractura cuando aparece Jackie (Katy O’Brian) una fisiculturista que intenta a llegar a una competencia en Las Vegas. El guion de Amor, Mentiras y Sangre se ancla en la relación que se desarrolla entre Lou y Jackie, el drama cambia constantemente a una comedia negra como también lo hace a un intenso thriller. El siniestro pasado de la familia de Lou complica su relación con Jackie y la historia de amor se tiñe de venganza.

No hay venganza sin sangre


La fotografía de Ben Fordesman, colaborador de la directora en su primera película Saint Maud (2019), juega un papel fundamental en la evolución de la historia y sus personajes. La cámara de Fordesman nos regala unos primeros planos maravillosos per también se muestra perfecta en esos planos abiertos que poseen una composición muy bien balanceada. Para acompañar el trabajo de cinematografía el diseño de producción se emplea a fondo para transportarnos a los años 80, en el ambiente donde se desarrolla la historia. El uso de los colores, en especial el rojo, es un recurso que la directora Glass utiliza para llevar a la audiencia por los diferentes planos emocionales que viven los personajes.


Amor, Mentiras y Sangre coquetea con lo onírico y nos regala algunas secuencias que nos hacen cuestionar la realidad de los actos que viven los personajes centrales. Con toda la intención la directora se decide por usar esos instantes para tocar temas que trascienden a la historia en sí y que se desarrollan como ideas secundarias. El trauma familiar generacional es tal vez la constante en esos temas, pero también lo es la represión que viven los personajes femeninos a manos de figuras masculinas opresivas.
Rose Glass concibe una película sólida, visualmente impactante y que toma prestado de muchos otros cineastas y estilos para encontrar un camino propio. Amor, Mentiras y Sangre es un viaje furioso que entrega lo que promete.