La familia perfecta se diluye en un fundido que nos lleva a una maquinaría que gira a toda velocidad. Con esa simple pero poderosa transición Park Chan-wook nos da el presagio absoluto. En No Other Choice (2025) solo bastan unos minutos del primer acto para que la idílica vida de una familia se transforme en un completo caos. Man-soo (Lee Byung-hun) ha dedicado toda su vida a una empresa, pero en un abrir y cerrar de ojos se queda sin trabajo y con esto empieza la desgracia a colarse en cada rincón de su vida.
El veterano director coreano Park Chan-wook (Oldboy, Stoker, Decision to Leave) una vez más nos transporta a su universo. Con la agudeza narrativa y la impecable estética que le caracterizan vuelve a dibujar en la pantalla una obra cargada de crítica social, humor negro, drama e intriga. No Other Choice no es tan visceral como alguno de sus primeros trabajos, Oldboy (2003) o Lady Vengance (2005), pero sí tiene el mismo poder para golpear con su discurso y su magnífico guion. Parece que el director ha entrado en una etapa en su carrera donde ha decidido pulir al máximo su manejo del leguaje cinematográfico. Pensamos en The Handmaiden (2016) y Decision to Leave (2022) como los referentes para su presente filme e imaginamos una nueva trilogía dentro de su obra.
No hay otra opción
Como es común en el cine de Park Chan-wook en el centro de No Other Choice hay un personaje con un dilema moral y en el subtexto el director nos plantea una crítica social. La sátira y el humor negro son el vehículo de preferencia para que el director analice la dinámica empresarial del mundo moderno. Las nefastas prácticas de las megas corporaciones, la inestabilidad laborar y la inhumana competencia en la carrera por conseguir un puesto. Todos estos elementos se desarrollan en una historia con un ritmo abrumador que pone al protagonista entre la espada y la pared para obligarlo a tomar una decisión irracional.
No Other Choice nos obliga a confrontar con el protagonista sus dilemas éticos y las decisiones que toma. Nos lleva a lo más profundo para que lo hagamos desde un nivel emocional. La música junto con el majestuoso diseño de producción elevan el filme a un plano superior y convierten el visionado en una verdadera experiencia cinematográfica. Estamos en el mundo de Man-soo y su familia, sentimos que pueden ser parte de una obra de teatro, que todo es tan absurdo que no puede ser real, pero lo realmente inquietante es que la realidad es más salvaje que esta ficción.
Park Chan-wook vuelve a brillar y confirma por qué es un maestro del oficio cinematográfico. Con No Other Choice firma un relato que funciona como espejo y metáfora del mundo moderno y que resuena en múltiples niveles. Nos confronta con la idea de que, cuando todo se derrumba, cualquiera puede llegar a hacer lo impensable, porque quizás, en última instancia, no existe otra opción.



