Puntuación: 4 de 5.

La secuencia inicial de El Reino (2024) de Julien Colonna tiene un aura mágica. El misterio envuelve a esa ceremonia en la que se nos introduce a Lesia (Ghjuvanna Benedetti). Hay una belleza inusual en la cadencia con que el director retrata el ritual que contrasta la inocencia de esa Lesia con la ferocidad de los hombres que destajan a un animal recién cazado. Es un presagio de lo que viene y el principio de un círculo que inevitablemente tendrá que cerrarse.

Para el director Julien Colonna El Reino es un viaje personal. Ese retrato del mundo criminal de Córcega es una historia de ficción con una fuerte inspiración en su propia vida. Su padre Jean‑Jérôme “Jean‑Jé” Colonna fue una figura clave del crimen organizado en Córcega y su sangrienta vendetta para vengar la muerte de su padre se convirtió en una historia de leyenda. Jean-Jé fue considerado como el último “parrin corso”, un Vito Corleone de carne y hueso. En el filme Lesia se reencuentra con su padre Pierre-Paul Savelli (Saveriu Santucci), un jefe de una organización criminal que se encuentra en un refugio seguro en medio de una guerra de bandas en la región de Córcega en los años 90.

El Padrino de Córcega

El Reino tiene la crudeza de un filme que explora mundo de la mafia sin adornos, más bien lo hace con una puesta en escena que le da un aire de documental. Pero también tiene el candor para abordar el peso emocional de la relación padre-hija, el trauma del padre ausente y la adolescente en el duro proceso de metamorfosis en un mundo que no entiende. Del otro lado nos ofrece la visión del padre y su contraste de figura implacable en su rol de jefe del clan y el padre amoroso que intenta a toda costa conectar con su hija. El guion en el que colabora el propio director con Jeanne Herry (Pupille, All Your Faces) maneja de manera fenomenal la mezcla de géneros y nos regala unos personajes con mucha profundidad y un ritmo narrativo impecable.

El filme es el primer largometraje del director Julien Colonna que demuestra un pulso increíble para contar su historia sin desaprovechar un solo minuto de metraje. Me hace pensar en títulos como: El Padrino (1972), Camino a la perdición (2002) y Gomorra (2008) y tal vez si se hiciera una mezcla entre todas estas tendríamos como resultado a El Reino. La cinematografía de Antoine Cormier nos hace entrar de lleno en el mundo de Lesia y nos sentimos tan abrumados como nuestra protagonista. Junto al lente de Cormier tenemos las notas de la composición de Audrey Ismaël que nos perforan con precisión quirúrgica.

El Reino es una espada de doble filo, una desgarradora historia de transición de la adolescencia a la adultez, con todo el lastre emocional que esto conlleva, y un retrato del mundo criminal corso. La inocencia destrozada por la barbarie, la sangre como mancha indeleble.