Puntuación: 3 de 5.

Con El Mono (2025) Osgood Perkins sigue construyendo un legado que lo encamina a convertirse en un director de culto. Para algunos bastaría lo que logró con Longlegs, que para mí fue una de las mejores películas de 2024. Con su más reciente propuesta confirma el buen pulso que tiene para narrar historias macabras. Se aleja del tono serio y psicológico que marcó su filme anterior para entregarnos una comedia de humor negro que se aferra al horror sobrenatural para mortificar a la audiencia.

Perkins adapta su guion de una historia corta de Stephen King. Los gemelos Bill y Hal encuentran en el ático de su casa un misterioso mono de juguete que alguna vez perteneció a su padre. Con la aparición del tétrico mono de ojos grandes y siniestros, llegan una serie de desafortunados eventos que los hermanos relacionan con su nuevo hallazgo. Deciden sin titubear deshacerse del mono y seguir con sus vidas. Aquí comienza El Mono a carburar y se ponen en movimiento una secuencia de eventos que hacen que Bill y Hal tengan que enfrentar su traumático pasado.

El Regreso Al Horror Clásico

La mayor fortaleza del filme de Perkins radica en ese afilado humor negro. Las secuencias grotescas y viscerales dominan la puesta en escena, pero siempre se componen desde un tono cómico. Lo de El Mono es mofarse de la muerte y de la desventura de los personajes que les toca ser decapitados, empalados, quemados, aplastados, o cualquier otra trágica manera de morir. El filme no pierde el ritmo y aún cuando los eventos se nos van dando como una sucesión de infortunios de los cuales imaginamos el desenlace, el director siempre encuentra la manera de sorprendernos. Hasta las secuencias más absurdas Perkins logra resolverlas de una manera creativa, siempre destilando sarcasmo.

Del lado del elenco Theo James lleva la carga más pesada al interpretar un doble papel con los gemelos Bill y Hal. James logra dos personajes totalmente opuestos y lo hace muy bien. El resto del elenco tiene papeles más cortos pero que resultan esenciales para el desarrollo de la historia. La madre de los gemelos, Lois (Tatiana Maslany) nos regala algunos de los diálogos más memorables y Nicco del Rio hace las veces de un joven sacerdote que tiene una intervención breve pero genial.

Un descenso a lo más profundo de la tenebrosa mente de Osgood Perkins es lo que nos ofrece El Mono. Por 1 hora y 38 minutos nos somete a sus más oscuras maquinaciones y nos hace sentir una extraña mezcla entre satisfacción e incomodidad. Mordaz y punzante la mano del director está siempre en control total, desde la tensa introducción hasta su frenético final.