¿Puede China ser el ingrediente que falta para que se concretice el “sueño americano”? El documental American Factory se viene como una especie de profecía. Si hay alguien que aún no lo sabe lo de China y USA es algo así como lo de Batman y El Guasón o lo de Superman y Lex Luthor, Boston y Yankees, El Madrid y El Barcelona…bueno ustedes entienden. En estos días más que nunca es una relación de amor y odio, pero la verdad es que estas dos potencias se necesitan y se complementan. Los novios que no pueden estar juntos pero que no son nada si están separados.

La navidad de 2008 no fue nada agradable para más de 2 mil familias. El 23 de diciembre de ese año General Motors anunció el cierre definitivo de su planta en Moraine, un suburbio de Dayton en Ohio. La fabrica era una de las arterias principales de la ciudad y funcionaba desde 1951. Moraine era solo una víctima más del proceso de reestructuración de General Motors, el gigante norteamericano había recibido golpes fulminantes con la crisis y hacía malabares para no caer a la lona de manera definitiva. En American Factory vemos como un magnate chino trata de salvar revivir la producción en Moraine exportando el esquema de trabajo de la nación del lejano oriente.

AMERICAN FACTORY EL SUEÑO AMERICANO

La pareja de directores Steven Bognar y Julia Reichert abren el filme con una secuencia que nos muestra el día en que se anuncia que la planta de General Motors cesará operaciones. La cámara se pasea por los rostros afligidos de los una vez empleados y a seguidas la que fuera una poderosa estación de producción se nos presenta como un fósil casi disecado. Dando un salto en el tiempo nos movemos a 2014 y entra en escena Cao Dewang, el salvador. La estrategia de Fuyao Glass era exportar el modelo que les había hecho prósperos en China, el gigante de la producción de cristales para automóviles vio en la moribunda antigua planta de producción automotriz una oportunidad dorada.

Gracias a los testimonios de los empleados Bognar y Reichert logran construir una narrativa que aprovecha al máximo todos los elementos del leguaje cinematográfico y fabrican un intenso drama. El contraste de las dos culturas es el elemento que mejor se desarrolla en American Factory. Un fuerte análisis social y político se manifiesta cuando entramos en la realidad de las vidas de todos los afectados. Los americanos se aferran a lo que sea para no morir asfixiados, a su vez los chinos que llegan para poner en marcha la nueva planta sufren para integrarse a una sociedad totalmente opuesta a lo que conocen.

American Factory

Escena de American Factory (Google Images)

ENTRE HAMBURGUESAS Y CHOW MEIN

Lo mejor de American Factory es la fuerza de su discurso y la capacidad para estudiar a los personajes centrales. Ese Cao Dewang para una especie de villano del cine de ficción, una mente maestra con espíritu comunista y la voracidad del mejor de los capitalistas. El choque cultural pone en jaque los planes del potentado empresario chino, sus estrategias una y otra vez encuentran escollos inesperados que nacen en su principal activo, la mano de obra.

American Factory además de ser una radiografía perfecta de la situación actual entre China y Estados Unidos, puede ser un documental premonitorio de los que puede venirse en un futuro cercano en términos de las relaciones comerciales de ambos países.

8/10